La señal inicial de alerta se produjo en el primer semestre de 2020. La salida de capitales de hogares y empresas no financieras desde Chile pasó de registrar US$1.672 millones en todo 2019, a US$7.389 millones en el período enero-junio del año siguiente. Ese fue el punto de quiebre de un comportamiento previo e histórico donde los recursos se iban muy poco del país y el comienzo de una tendencia que no ha parado desde entonces y que tuvo como gatillante el estallido social del 18 de octubre de 2019. Así, desde enero de 2020 a junio de este año, se han ido US$30.695 millones.

Este hecho fue advertido por el Banco Central a mediados de 2021. En ese momento los retiros de los fondos de pensiones estaban generando un fuerte incremento de la salida de capitales desde el país, especialmente de este segmento de empresas no financieras y hogares.

Con el paso del tiempo el ritmo de salida ha experimentado altibajos, pero se mantiene en niveles importantes. Así, en el primer semestre de este 2023 salieron del país recursos por otros US$ 2.785 millones, lo que si bien implica una caída de 57,1% en comparación al segundo semestre de 2022 (US$6.496 millones) y de 9,1% versus el primero de ese mismo ejercicio (US$3.066 millones), de todos modos constituye un registro muy por sobre los que había antes del 18-O (en el primer semestre de 2019 emigraron US$1.297 millones y en el segundo US$375 millones).

Los expertos afirman que esta menor salida de capitales de los últimos meses se debe principalmente a cuatro factores: la disminución de la incertidumbre asociada al proceso constitucional tras el rechazo en septiembre del año pasado de la propuesta de la Convención Constitucional; reformas más acotadas; la menor disponibilidad de recursos, puesto que la liquidez que hubo en 2020 y 2021 producto de los retiros de los fondos de pensiones ya va en retirada, y porque una cantidad importante de dinero ya emigró de Chile.

Sergio Lehmann, economista jefe de Bci, sostiene que “pese a que todavía se reconoce un panorama complejo en la economía chilena, la incertidumbre es hoy más reducida respecto a 2022. No hay sobre la mesa propuestas disruptivas que comprometan sustancialmente las perspectivas de largo plazo, como se veía con preocupación hasta septiembre del año pasado”.

De acuerdo a ello, añade, “hemos visto flujos más moderados, pero buena parte del stock de capitales que salió se quedará en los mercados internacionales. El marcado sesgo a invertir localmente que mostraban los inversionistas chilenos se quebró tras el estallido social y hoy favorecen un portafolio mejor diversificado”.

En la misma línea, el socio de Gemines, Alejandro Fernández, argumenta que “en una economía con libre movilidad de capitales es normal que haya períodos en que estos ingresan al país y otros períodos en que salen del país”. Sin embargo, subraya que “no cabe duda que lo sucedido a partir de octubre de 2019 es un punto de quiebre respecto de la confianza en la economía chilena que, probablemente, va a tomar muchos años superar, sobre todo si persiste la incertidumbre político-institucional, aunque sea a escala menor, lo que se suma a que las perspectivas de crecimiento del país son, en el mejor de los casos, mediocres”.

El economista señala que “hasta antes de octubre de 2019 predominaba la tendencia a mantener todo o casi todo el patrimonio en Chile. Eso ya no es así”.

La tendencia hacia adelante

En cuanto a las perspectivas, no hay una sola mirada: Sergio Lehmann prevé que el stock de los recursos se mantendrá en mayor medida fuera del país, pero que los flujos de salida serán menores. “Podríamos ver movimientos como los que se registraban antes del estallido, pero el stock de capitales invertidos en el exterior será ciertamente mucho mayor que en el pasado. El marcado sesgo a invertir localmente que mostraban los inversionistas chilenos se quebró en 2019. A un portafolio bien diversificado del lado doméstico vs externo, hoy se le reconoce mayor valor”.

El economista enfatiza que “los flujos en el segundo semestre estarán guiados por los desarrollos de los mercados y el clima político, tanto local como global”. Dado ese contexto, cree que “si vemos perspectivas de acuerdos en el mundo político, una mirada más constructiva y disposición al diálogo, junto con una recuperación de la economía hacia el último cuarto del año, podríamos ver un retorno acotado de capitales, pero especialmente de no residentes”.

Fernández dice que con “la cifra del primer semestre es difícil concluir algo, porque son muy volátiles, por lo que no puede sacarse ninguna conclusión sobre su tendencia futura. Además, siempre pueden suceder cosas, en Chile o el exterior, que aceleren o frenen este flujo”. Por lo mismo, puntualiza que “no hay claridad respecto a qué sucederá durante el segundo semestre, pero considerando que en diciembre se realiza el plebiscito constitucional, es posible que el flujo aumente si es que se tiende a ratificar la posibilidad de un nuevo rechazo”.

Respecto de volver a los flujos preestallido, Fernández duda que eso sea viable “en un horizonte razonable, porque la incertidumbre y la inestabilidad no han desaparecido totalmente y, creo, hay un cambio estructural respecto a la distribución del patrimonio entre el país y resto del mundo, aumentando esta última parte de manera permanente”.

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