Desde que asumió el poder en marzo de 2022, el gobierno del Presidente Gabriel Boric siempre ha llegado tarde. La evidencia más reciente de que el gobierno siempre llega tarde es que, cuando el Mandatario finalmente se allanó a convocar al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), el impacto mediático de esa convocatoria terminó siendo irrelevante porque fue superado por la tragedia de los devastadores incendios en la Región del Valparaíso. Aunque eventualmente se sabrá a quién le cabe la principal responsabilidad por la muerte de más de 120 personas muertes que no fueron evacuadas a tiempo, el dolor que hoy siente el país relegó a un segundo plano la cita del Cosena que el gobierno esperaba convertir en una oportunidad para relanzar su hasta ahora ineficaz política contra la delincuencia.

En la vida, y ciertamente en la política, el momento en que se hacen las cosas importa mucho. Después de haber estado semanas resistiéndose a la presión de muchos de sus adversarios y aliados para convocar al Cosena, el Presidente Boric terminó dando su brazo a torcer la semana pasada y anunció la convocatoria para recibir consejos sobre la mejor forma de abordar los problemas de seguridad que enfrenta el país. Lamentablemente para el gobierno, una vez más, sus iniciativas fueron superadas por la realidad. El fin de semana, los devastadores incendios forestales en la Región de Valparaíso y en varias otras partes del país drásticamente alteraron, al menos por un par de semanas, las prioridades en la agenda de noticias y en las preocupaciones del gobierno. Por eso, cuando se reunió el Cosena el día de ayer, el impacto fue mínimo y las consecuencias concretas de esa reunión serán nulas.

El gobierno seguirá siendo derrotado en su combate contra la delincuencia, la percepción de inseguridad seguirá en aumento y la gente sentirá que el gobierno no tiene ni los medios ni la voluntad para proteger a la población.

Es verdad que era poco lo que se podía esperar de una convocatoria del Cosena. No se necesita reunir a las principales autoridades civiles y funcionarios de las Fuerzas Armadas para saber que no es una buena idea tener a militares patrullando las calles.

Aunque la gente se siente insegura y la delincuencia aparece desatada, los militares han sido entrenados para pelear en guerras, no para desarrollar labores policiales. Tiene mucho más sentido dotar a las policías de mejores herramientas y más atributos para hacer bien su trabajo. Además, para demostrar que está de lado de las víctimas y no de los victimarios, el gobierno debiera revertir sus decisiones de otorgar pensiones de gracia a delincuentes con prontuario (bajo la torpe excusa de que eran luchadores sociales víctimas de abuso policial). Mientras la gente siga percibiendo que el gobierno tolera la violencia social cuando se trata de avanzar sus causas, va a ser difícil que el mensaje de tolerancia cero a la violencia disuada a los delincuentes.

Más que en ningún periodo anterior, los delincuentes hoy saben que el gobierno no cree en la mano dura y también creen que el gobierno piensa que las policías abusan de los derechos humanos. Luego, los delincuentes saben que pueden actuar impunemente porque no le tienen miedo ni al gobierno ni al Poder Judicial.

En las próximas semanas, se seguirá consolidando la percepción de que, en Chile hoy, sale gratis delinquir. El debate público sobre los incendios en la Región de Valparaíso se ha centrado en la presunta intencionalidad de los incendios. La sensación de impunidad que ya existe en el país se ve exacerbada cuando la gente percibe que los presuntos responsables de estos mortales y devastadores incendios jamás enfrentarán a la justicia.

Ya habrá ocasión para evaluar la responsabilidad política del gobierno de Boric. Pero si la oposición tuviera la misma severidad que tuvieron Boric y sus aliados con las presumibles fallas y omisiones del periodo anterior, entonces ya estaríamos escuchando a legisladores de oposición anunciar acusaciones constitucionales contra los ministros y contra el propio Presidente. Después de haber sido severos e intransigentes en sus críticas al gobierno anterior por presuntos errores y omisiones, este gobierno ha demostrado repetidas veces su incapacidad para cumplir el mínimo de los estándares que ellos exigían al gobierno anterior.

Hoy que miles de chilenos lloran a sus familiares y amigos fallecidos en los trágicos incendios, aquellos chilenos que no fuimos afectados por el devastador fuego observamos anonadados cómo, una vez más, este gobierno ha llegado tarde. El Presidente llegó tarde al convocar al Cosena para el lunes 5 de febrero y el gobierno llegó tarde para avisarles a miles de personas que debían evacuar porque el avasallador fuego estaba por destruir sus viviendas. Este gobierno demostró, una vez más, que su principal regularidad es que siempre llega tarde.

Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero

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