Primero el ministro de Economía, Fernando Haddad, y después el presidente Lula. El gobierno brasileño empieza a sacar las manos y a preparar a los ciudadanos para lo que muy probablemente ocurrirá en 2024. Ayer Lula declaró que el próximo año será “difícil” para la economía debido al “colapso de las inversiones chinas y al aumento de los tipos de interés en Estados Unidos”. El presidente también afirmó que es “improbable” que el gobierno alcance el objetivo de déficit fiscal cero en 2024, que su ministro de Economía lleva meses anunciando. Y Brasil no alcanzará la meta cero, explicó Lula porque “no lo necesitamos, no voy a fijar una meta fiscal que me obligue a comenzar el año recortando miles de millones de obras que son prioritarias para este país”.

También añadió que “es el mercado el que es codicioso y sigue exigiendo objetivos que cree que se cumplirán”. “La declaración de Lula de que el objetivo fiscal para 2024 no necesita ser déficit cero es vista como una orden para que el cambio sea consagrado en el Congreso”, dijo el ponente de la Ley de Directrices Presupuestarias (LDO), el diputado Danilo Forte, del partido gobernante Unión Brasil. Si esto realmente ocurre, será la primera vez en la historia de Brasil que el Congreso modifica una meta fiscal ya enviada por el gobierno.

Lula también admitió que había pedido a Haddad que “revisara” la economía para “evitar que la enfermedad prolifere” y preparar al gobierno para enfrentar un escenario negativo a partir del próximo año. Haddad reveló hace poco más de una semana su preocupación por la desaceleración de la economía en el tercer trimestre: “Tenemos que prestar mucha atención a la actividad económica que en el tercer trimestre es preocupante. Tenemos que conciliar la política monetaria con la política fiscal para lograr el mejor resultado posible”, dijo.

Es cierto que en el informe trimestral publicado a finales de septiembre, el Banco Central aumentó sus previsiones de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 2 al 2,9%, pero muchos datos apuntan en dirección contraria. Las señales para el cuarto trimestre también están cayendo mientras que, según la Fundación Getulio Vargas, la confianza de la industria está en su nivel más bajo desde agosto de 2020. Además, en un solo día, el 23 de octubre, las acciones de la petrolera nacional Petrobras se desplomaron en la bolsa, quemando 32.300 millones de reales en valor de mercado, unos 6.443 millones de dólares. Los temores a una mayor interferencia política y a una reducción de los dividendos debido a los cambios propuestos en los estatutos de Petrobras hicieron que las acciones de la petrolera se hundieran.

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