Chile firmó junto a Estados Unidos, China, la Unión Europea y una veintena de otros países la Declaración de Bletchley (Reino Unido) para un desarrollo «seguro» de la inteligencia artificial (IA), en la primera cumbre internacional sobre el auge de esta tecnología.

«Esta declaración histórica marca el comienzo de un nuevo esfuerzo mundial para aumentar la confianza del público en la IA, garantizando que sea segura», dijo el primer ministro británico Rishi Sunak en X (ex Twitter).
El documento, entre cuyos firmantes también figura Brasil, subraya «la necesidad urgente de comprender y gestionar colectivamente los riesgos potenciales» de la IA .

Ante el creciente potencial de modelos como ChatGPT, la declaración de Bletchley «muestra que, por primera vez, el mundo se reúne para identificar el problema y destacar sus oportunidades», subrayó a AFP la ministra británica de Tecnología, Michelle Donelan.

La reunión «no tiene como objetivo sentar las bases de una legislación mundial, sino que debe servir para trazar un camino a seguir», precisó. Dos cumbres internacionales sobre la IA tendrán lugar a posteriori, una en Corea del Sur -dentro de seis meses- y otra en Francia, dentro de un año, añadió la ministra desde el emblemático centro donde se descifraron los códigos secretos nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Paralelamente al encuentro, la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris debe anunciar en un discurso en Londres la creación de un instituto sobre la seguridad de la inteligencia artificial en Washington.

Esta estructura -similar a la que también anunció el Reino Unido- reunirá a expertos para establecer «directivas» y evaluar los modelos de IA más avanzados para «identificar y mitigar» los riesgos, según la Casa Blanca.

Las IA generativas -capaces de producir texto, sonidos o imágenes en cuestión de segundos- progresaron exponencialmente en los últimos años y las próximas generaciones de estos modelos aparecerán en el verano. Conllevan grandes esperanzas para el campo de la medicina y la educación, pero también podrían desestabilizar las sociedades, permitir la fabricación de armas o eludir el control humano, advierte el gobierno británico..