Estructura y gestión como «principales déficits» de la institucionalidad, falta de actualización de planos reguladores y repoblamiento de zonas críticas, son algunas de las falencias del Estado , que acusan expertos, a la hora de enfrentar grandes emergencias como los incendios forestales.

En conversación con El Mercurio, Michel De L’Herbe, experto en prevención de riesgos, mencionó que es clave controlar los siniestros «antes de que arrasen con 200 hectáreas, porque después de eso se vuelven incontrolables».

Asimismo, expuso que «estamos en un contexto de clima extremo y nos faltan aspectos fundamentales, como el combate nocturno de los incendios y también aumentar la capacidad de litros de agua que trasladan las aeronaves. Las que tienen capacidad para 1.100 0 1.500 litros, no son suficientes. Se requieren por lo menos de seis mil a diez mil litros».

Por otro lado, De L’Herbe indicó que existe una especie de «resistencia al cambio», pues «tenemos un modelo de gestión atrasado. Acá no se trata de que la Onemi se cambie a Senapred. Este contexto de altas temperaturas, fuertes vientos, viene ocurriendo desde la semana pasada. Fue advertido y no se hizo nada. Senapred es un cuerpo colegiado, que coordina, y lo que se requiere es un mando fuerte, con capacidad de resolución expedita. Estructura y gestión son dos de los principales déficits de nuestra institucionalidad».

Marcelo Mena, académico de Ingeniería Bioquímica de la Universidad Católica de Valparaíso y exministro del Medio Ambiente (2017-2018), afirmó que «durante años se ha sabido de muchos riesgos, pero ha habido pocas acciones concretas por parte de las autoridades. Falta un fortalecimiento de las instituciones y un mayor gasto en la prevención de riesgos. Queda mucha destrucción y las personas siguen repoblando áreas peligrosas».

Agregó que «ha sido muy difícil evitar que situaciones como esas no se repitan en comunas como Valparaíso y aledañas» y que «aquí también hay criterios de riesgo climático. Los gobiernos regionales no se han hecho cargo, por ejemplo, del déficit de planos reguladores, y las nuevas autoridades no los han actualizado».

En tanto, Miguel Castillo, académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile, aseveró que «no se aprendió mucho de las lecciones de 2014. Hay que perfeccionar los procedimientos de primera respuesta. También hay debilidad de las ordenanzas de urbanismo y construcción, de organismos que entregan y concesionan obras en lugares donde se considera seriamente el peligro de incendio forestal».

De manera adicional, señaló que «lo más complicado es que la densidad de edificaciones no va en concordancia con la capacidad de abastecimiento de servicios básicos. Hay tomas de terrenos, uso de sueños y cortafuegos que hoy están ocupados por casas. Hay zonas altamente contaminadas con basurales que se mezclan con pastizales y matorrales. Falta un trabajo colectivo y de conducta humana cívica».

Por último, Luis Toledo, máster en Protección Civil y Gestión de Emergencias de la Universidad de Valencia, sentenció que «todos los años en la misma fecha enfrentamos riesgos. La configuración geográfica, con quebradas, presencia de vegetación y muchas veces de basura, ofrece las condiciones para incendios de interfase. Valparaíso era denominada por los pueblos originarios como Alimapu, que significa territorio arrasado por el fuego. El repoblamiento de zonas quemadas y de alto riesgo, junto a la ausencia de medidas preventivas y la falta de construcción de cortafuegos defensivos en la cercanía de zonas pobladas, deben ser analizados».

Según consignó El Mercurio de Valparaíso, la dirigente del campamento Manuel Bustos y del Comité Acogida 2001, Carolina Rojas, se alineó a las declaraciones anteriores manifestando que «esta tragedia fue advertida muchas veces a las autoridades, pedimos los cortafuegos, pedimos capacitación para la gente, pedimos medidas preventivas y, lamentablemente, no nos escucharon». Se habla de incendios que, cree, «han afectado tantas veces a esta región y ni las autoridades ni la comunidad hemos aprendido. El Estado nunca nos escuchó cuando dijimos que esto iba a pasar».

/gap