La muerte del ex Presidente Sebastián Piñera ha dejado al país en shock. Toda muerte es terrible y los accidentes repentinos son casi imposibles de procesar. La mente intenta negar y cuesta dimensionar la realidad cierta del hecho. Su muerte en este fatídico accidente es un drama y mis pensamientos han estado en forma permanente con la familia. Es terrible una pérdida como esa. Se fue un marido compañero de vida. Se fue un padre dedicado y un abuelo querendón. El pensamiento de Chile está con esa familia. Se fue un amigo entrañable y admirado para muchos. Se fue para Chile un estadista, sin duda. Un hombre de logros que hacía que las cosas se hiciesen, gestión encarnada. Un hombre de luces y de sombras, como todos. Querido y odiado, valioso, sin duda. Muchos lo criticaron por no ser realmente de derecha, ya que movido por las tendencias mundiales neo keynesianas, hizo acciones que permitieron que el Gobierno de Bachelet II “se envalentonara” y “mostrara los dientes” haciéndole un daño mortal a Chile. Su afán por el dato duro dio espacio para que el relato lo construyeran las izquierdas y que conquistaran los corazones desde las pasiones.

Más allá de eso, su asombrosa capacidad de gestión y trabajo, se vio claramente en la mejora de los números país. Su preocupación eran los datos duros y en eso, sabía hacerla. Trabajaba 24/7 y esperaba lo mismo para sus equipos. El país caminaba a toda máquina y sin duda reorientó y mejoró muchas cosas. Los índices país lo demuestran. Levantó Chile tras el terremoto, haciendo historia en esa materia. Es un caso de estudio en reconstrucción a nivel mundial, hizo lo imposible. Su determinación fue también la que logró en su rescatar a los 33 mineros. El empuje personal del presidente “hiperquinético” y “jugado”, “movió montañas”. Su gestión personal, llamando en forma directa a mucha gente para lograr su cometido hizo que Chile durante la pandemia, fuera nuevamente ejemplo. Era un hombre de visión clara y determinada que buscaba cursos para lograr implementar lo que visualizaba como bueno para el país. El aumentar las pensiones fue su gran meta y, realizando estudios por un lado y otro, logró implementar la PGU que aumentaba el pilar solidario beneficiando a más de dos millones de personas. Muchos son sus legados. Por lo mismo el 18 de octubre y todo el constructo que le siguió fue inmensamente injusto con su persona. Montaron una revolución para derrocarlo y hacerse del poder. Estuvieron dispuestos a todo, incluso a quemar el país. Lo empujaron a hacer lo que no estaba en su programa, entregar la Constitución lo que le costó el odio permanente de la izquierda y el abandono de su sector.

Pero Dios escribe a renglones torcidos. Boric y el FA+PC se hicieron del poder. Sin experiencia alguna y pocos méritos, cometieron un error tras de otro. El costo de lograr el poder desde la violencia, se paga. El romantizar la violencia y la falta de realismo hizo que la violencia se desatara. Los indultos y las pensiones de gracia dejaban claro la paga de favores y la corrupción de los partidos del Frente Amplio desde el Caso Fundaciones escandalizó al país. La falta de coherencia entre el antes y el ahora los hizo perder la credibilidad. Ahí estuvo el ex Presidente Piñera, dispuesto al consejo a quienes habían intentado derrocarle. Grandeza para algunos, oportunismo para otros.

Lo cierto es que ahora estaba preocupado por los incendios y había convocado a sus cercanos para ofrecer consejo eficiente al Gobierno por el bien de Chile. En eso estaba cuando murió. Dicen que el ser humano no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Todo Chile mira el legado Piñera y no sólo reconoce lo bien que lo hizo en muchas áreas, sino que evidencia lo injustos que la izquierda radical fue con él. Su muerte hace que el contraste con el actual gobierno duela hasta la médula. “Éramos felices y no lo sabíamos”, dirán algunos.

Las posibilidades de continuar el mal camino se hacen insostenibles. El hecho de organizarle un funeral de Estado y rendirle honores dice a gritos que mintieron y que no era un “violador sistemático de Derechos Humanos”, como quisieron calificarlo. Hoy lo califican de “demócrata desde el día uno”. Cecilia Morel, la primera Dama de Chile, abraza a quien le hicieron la vida imposible, y perdona y agradece. Ella deja claro cuán importante es la institución de la Primera Dama en Chile y para Chile. El Presidente Piñera con su muerte mató al octubrismo y dejó en evidencia que sólo unos pocos disfuncionales celebran el dolor de otros, usando el camino de la violencia. Esa vía quedó invalidada y su muerte dio perspectiva y logró un Chile unido pensando en el futuro desde sus ideas. Habrá que reconstruir desde sus recetas y los brotes verdes ya se ven. Quedó claro el cariño de Chile, su popularidad y cariño. Hacer la pega y mejorar la vida de las personas engrandece y Dios se preocupó de inmortalizarlo. La historia desde hoy le hizo justicia.

Por Magdalena Merbilháa Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora, para El Líbero

/psg