¿Cuánta fibra tomas al día? La mayoría no toma la sufiente. Ahora, un equipo de científicos de la Universidad de Monash (Australia) y la Universidad de Nueva Gales del Sur (también en Australia) abordaron el problema de la deficiencia de fibra dietética examinando y abogando por su incorporación como una modificación clave del estilo de vida para controlar la presión arterial alta. De hecho, los investigadores piden la inclusión de fibra dietética en las guías clínicas para la hipertensión.

«A pesar de numerosas directrices que recomiendan modificaciones en el estilo de vida como tratamiento de primera línea para la hipertensión, las recomendaciones específicas sobre la ingesta de fibra han estado notablemente ausentes», explicó la autora principal del estudio, la profesora asociada Francine Marques de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Monash en su estudio publicado en la revista Hypertension.

Metaanálisis

Los expertos han presentado evidencia convincente que posiciona la ingesta de fibra dietética como un componente esencial en el control de la presión arterial alta; y es que la hipertensión es un importante desafío de salud que afecta a millones de personas en todo el mundo: contribuye al 19% de las muertes en todo el mundo.

La revisión arroja luz sobre la importancia, a menudo pasada por alto, de la fibra dietética en el control de la presión arterial. «La fibra dietética se ha convertido en una parte crucial, aunque subestimada, del tratamiento de la hipertensión», afirmó la exerta. «Nuestro análisis integral enfatiza la evidencia que respalda la efectividad de la fibra dietética para reducir la presión arterial y el riesgo de eventos cardiovasculares».

Los datos hablan: en la macro revisión, los investigadores encontraron que una mayor ingesta de fibra dietética se asociaba con una reducción significativa de la presión arterial sistólica y diastólica, independientemente de las intervenciones farmacológicas. Se estima que cada 5 gramos adicionales de fibra por día reducen la presión arterial sistólica en 2,8 mmHg y la presión arterial diastólica en 2,1 mmHg. Los expertos recomiendan una ingesta diaria mínima superior a 28 g/día para las mujeres y superior a 38 g/día para los hombres para controlar adecuadamente la hipertensión.

La fibra dietética promueve la salud cardiovascular a través de varios mecanismos, incluida la modulación de la microbiota intestinal y la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Estos SCFA producen efectos antiinflamatorios y regulan la función inmune, lo que contribuye a reducir la presión arterial.

| «A pesar de los beneficios de la fibra, la ingesta global sigue siendo de unos 11 gramos al día por persona»

¿Por qué es buena la fibra para la hipertensión?

El estudio aclara el mecanismo por el que la fibra dietética beneficia la salud cardiovascular. Parece mejorar el microbioma intestinal, lo que lleva a la producción de ácidos grasos de cadena corta con funciones antiinflamatorias y reguladoras inmunitarias que contribuyen a reducir la presión arterial. La presión arterial alta es un importante factor de riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, por lo que controlarla es crucial para la salud cardiovascular.

Se ha demostrado que la fibra soluble tiene un impacto directo sobre los niveles de colesterol, un importante factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. Reduce las lipoproteínas de baja densidad (LDL), o colesterol «malo», al unirse a las partículas de colesterol en el sistema digestivo y sacarlas del cuerpo antes de que se absorban.

De la misma forma, los alimentos ricos en fibra sacian más que los alimentos bajos en fibra, lo que puede ayudar a controlar el apetito y contribuir a la pérdida de peso. No olvidemos que la obesidad es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular, por lo que mantener un peso saludable es esencial para la salud del corazón. Y, por último, la fibra, particularmente la fibra soluble, puede retardar la absorción de azúcar y ayudar a mejorar los niveles de azúcar en sangre, un beneficio para quienes tienen diabetes que, nuevamente, es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular.

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