El Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) debatió durante tres horas la vigencia de la Carta Democrática Interamericana, en un escenario regional afectado por tres dictaduras -Cuba, Nicaragua y Venezuela- y un evidente deterioro del sistema institucional en América Latina.

La encuestadora Latinobarómetro aseguró en su último sondeo regional que sólo el 48 por ciento de los consultados apoya a la democracia como régimen político, cuando trece años atrás la defensa del sistema institucional alcanzaba el 63 por ciento.

En este contexto, a partir de un mandato explícito de la Asamblea General de la OEA, se creo el Grupo Voluntario de Seguimiento a la Carta Democrática Interamericana que lidera Estados Unidos y acompaña otros 16 estados miembros, entre ellos Argentina, Brasil, Canadá, Colombia y México.

Durante el último período de dictaduras en América Latina -1960-1980-, la OEA permitió que participaran regímenes militares junto a las renovadas democracias en la región. El presidente Raúl Alfonsín tenía embajador asignado en la OEA, y el dictador Augusto Pinochet también. Alfonsín era un civil elegido por el voto popular, mientras que Pinochet era un general que había ejecutado un golpe de Estado.

La Carta Democrática terminó con este irregularidad institucional al establecer que sólo los países con gobiernos democráticos podrán participar como miembros de la OEA. Fue un avance inmenso, en una región que padeció golpes de Estado desde comienzos del siglo XX.

La Carta define los siguientes derechos esenciales:

1. Respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales

2. Elecciones periódicas, libres y justas

3. Defensa del estado de derecho

4. Sistema plural de los partidos y organizaciones políticas

5. Separación e independencia de los poderes públicos

6. Eliminación de todas las formas de discriminación

Pero con el correr de las décadas, la democracia sufrió la presión política de presidentes que llegaron al poder con el voto popular y luego tergiversaron todas las normas del sistema. Eran supuestamente elegidos en comicios, pero esos actos electorales se transformaban en hechos fraudulentos y con la oposición amordazaba, presa o exilada.

Nicaragua y Venezuela son dos ejemplos actuales que encajan en el concepto de democracia falaz: se vota, pero no hay representación popular; hay división formal de poderes, pero todo se concentra en la figura del dictador. Nicolás Maduro o Daniel Ortega, por caso.

El debate en el Consejo Permanente en la OEA, que ayer lideró el Grupo Voluntario de Seguimiento de la Carta Democrática, apunta a evitar que los procesos de Nicaragua y Venezuela se repitan en América Latina y a crear mecanismos hacia adelante que impliquen también una sanción política y moral a la dictaduras regionales.

“Es innegable que, a pesar de los compromisos asumidos por los Estados miembros a favor de la democracia y los esfuerzos para fortalecerla, en los últimos años el hemisferio ha tenido que enfrentar diversas formas de amenazas que han buscado erosionar la institucionalidad democrática”, reconoció Luis Almagro, secretario General de la OEA, durante su participación en el debate.

Y concluyó Almagro: “Es imperativo resaltar la perfectibilidad de la democracia para comprender que no es estática, sino que está en constante evolución y requiere un gran empeño de nuestra parte para mejorarla. Reconocer esta perfectibilidad pasa por entender que siempre hay espacio para mejorar procesos, prácticas e instituciones con el objetivo de hacerla más inclusiva, participativa y efectiva. Este es el espíritu que llevó a los Estados miembros a crear el año pasado el Grupo Voluntario de Seguimiento a la Carta Democrática Interamericana”.

El Grupo Voluntario tiene un mandato de veinticuatro meses y prepara un documento para su debate en la Asamblea General de Asunción. No hay espacio politico para reformar la Carta Democrática -la región está atomizada-, pero existe la voluntad de 16 estados miembros (sobre 32) de remozar la Carta que fue una respuesta directa al autogolpe de Alberto Fujimori.

Desde esta perspectiva, la intención del Grupo Voluntario es actualizar el concepto de sistema democrático, condenar la manipulación informativa y la posverdad en las redes sociales, alertar sobre la manipulación de datas a través de algoritmos e Inteligencia Artificial y defender la división efectiva de los poderes como concepto básico del sistema institucional.

Durante la sesión en el antiguo edificio de la OEA, esta hoja de ruta del Grupo Voluntario fue compartida por Estados Unidos, Brasil, Canadá, México, Colombia, República Dominicana y Chile, entre otros países que integran el foro regional.

“Si bien la democracia ha dado grandes pasos, pero preocupa la declinación del apoyo a la democracia. Así que hay que abordar la inseguridad, la desigualdad y la falta de confianza en nuestras instituciones democráticas. Primero podemos fortalecer la función restauradora de la Carta. En los últimos 22 años, la OEA aplicó la Carta en distintas ocasiones en Venezuela, Honduras, Guatemala, Haití, con distintas experiencias”, recordó Francisco Mora, el embajador de Estados Unidos ante la OEA.

Y cerró Mora: “Es esencial tener este proceso para combatir la corrupción, la diseminación de la mala información y la desinformación. Todo esto exige nuevos enfoques afianzados en la transparencia, la capacidad de respuesta y la toma de decisiones en base a información”.

La suma de las definiciones de Almagro y Mora, más las presentaciones de países claves como Brasil, Colombia, México y Canadá, exhibe una voluntad geopolítica de la OEA para renovar la interpretación básica de la Carta Democrática Interamericana.

Ya no se trata de defender un sistema per se, sino de establecer nuevos mecanismos para que evitar que la democracia sea una formalidad manipulada por dictadores o presidentes autoritarios, apoyados en la inteligencia artificial, los algoritmos y la posverdad.

Las conclusiones del debate protagonizado por el Grupo de Seguimiento de la Carta Democrática serán tratadas en la próxima asamblea general de la OEA en Asunción.

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