Es cómo la ley de Murphy, cuando las cosas van bien, siempre pueden echarse a perder. Eso al menos es lo que deben estar pensando por estos días en La Moneda -más allá de los efectos del cambio de gabinete.

Las encuestas del fin de semana sobre la popularidad presidencial dieron un nuevo aire al gobierno.

No podía ser mejor en vísperas del primer año de gobierno.

Ya sea por la gestión de los incendios, la economía o Winnie de Pooh, el hecho es que la curva de aprobación presidencial comenzaba a remontar.

Y no era lo único, la economía también era una estrellita que se sumaba al libro de anotaciones positivas.

No sólo el Imacec de enero fue mayor a lo esperado, sino el IPC de febrero también fue menor al previsto. La inflación empieza a ceder.

Todo bien… hasta que se cayó la reforma tributaria

 Boletín semanal de Opinión de La Tercera por Juan Paulo Iglesias

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