El próximo 5 de abril, el Banco Central entregará su primer Informe de Política Monetaria (IPoM) del año ante la Comisión de Hacienda del Senado. Y pese a que recién se conocen pocas cifras de actividad e IPC del año, los economistas esperan que mejore las proyecciones de crecimiento, pero que suba las de inflación para 2023.
Esto, principalmente por la mayor resiliencia que ha venido mostrando la economía y las sorpresas en materia de expansión, lo que se vio refrendado con el Indicador Mensual de la Actividad Económica (Imacec) de enero, que creció 0,4%, por sobre las expectativas más optimistas del mercado que apuntaban hasta un 0,2%, y donde la mayoría apostaba por una contracción.
Este hecho gatilló un proceso generalizado de revisión al alza de las expectativas para el Producto Interno Bruto (PIB) del año por parte de los analistas, lo que a su juicio también hará el instituto emisor en su próximo informe. La última proyección que entregó el ente rector -en diciembre pasado- fue de un rango que va entre -0,75% y -1,75%. Es decir, una contracción de la economía. Los economistas consultados esperan que ahora ese rango mejore, dando cuenta de una caída menos profunda del PIB en el año, aunque no creen que aún el Banco Central incluya en él una cifra de signo positivo.
Uno de ellos es el economista jefe de Bci, Sergio Lehmann, quien anticipa que el ente rector mejorará su estimación de PIB a entre 0% y -1%. “La economía se está mostrando más resiliente frente al escenario de ajuste derivado de una tasa de política altamente contractiva”. En su análisis destacan “el desempeño de servicios, el aporte que comienza a hacer minería, en tanto comercio muestra en el margen mejores cifras de lo previsto”.
Lehmann argumenta que, “como hipótesis para explicar la mayor capacidad de adaptación de la economía, se plantea un comportamiento asimétrico en el consumo e impacto de la inflación de acuerdo al segmento de ingreso de los hogares”. Esto, para el análisis de Lehmann, “es porque reconoce heterogeneidad en la respuesta de la demanda interna frente a la política monetaria contractiva, lo que es especialmente relevante en este ciclo a propósito de las potentes inyecciones de liquidez durante la pandemia y que aún se sostiene en el caso de segmentos de mayores ingresos”.
Ese mismo rango espera Banco Santander. Claudio Soto, economista jefe de esa entidad menciona que la “apertura de la economía china, un ajuste más suave de Estados Unidos y Europa, y la menor incertidumbre política interna”, explican esta corrección al alza.
Un poco más atrás en las expectativas se ubican Felipe Alarcón, economista de Euroamerica, y Tomás Flores, de Libertad y Desarrollo, quienes creen que el pronóstico del Banco Central estará entre -0,25% y -1,25%.
El primero de ellos asevera que el cambio en las proyecciones se debe a “la potente recuperación de los servicios pospandemia, recuperación que sorprendentemente ha mantenido su impulso hasta ahora”. Acota que “en menor medida, la minería ha mostrado, pese a todos los problemas productivos, un mayor aporte, mientras que comercio también ha mostrado mejores números”.
Mientras que Flores subraya que “la reapertura de China, que podría llegar a crecer cerca de 6%, ha modificado al alza la proyección de crecimiento para la economía mundial. Asimismo, en el contexto interno, el tono de la nueva discusión constitucional ha traído mayor confianza sobre la estabilidad económica de Chile”.
Más negativo en las previsiones está el economista de Rojas y Asociados, Patricio Rojas, aunque de todos modos considera que el instituto emisor revisará levemente su estimación para 2023, a un rango entre -0,5% y -1,5%.
La menor caída que, en general, esperan para el PIB, trae consigo además, que consideren que el Banco Central también mejorará su visión respecto de la demanda interna, tanto en lo relativo al consumo como a la inversión. Así, si en el IPoM de diciembre el ente rector esperaba disminuciones de 5,3%, 4,5% y 5%, respectivamente, ahora prevén que proyecte contracciones menores a esas.
En Santander, Soto señala que el Central corregirá a 3% la baja de la demanda interna, a 2% la del consumo y de nuevo a 3% la de la inversión. Y Alarcón cree que el ente rector pondrá un -4,5% para la demanda interna, -3,5% para el consumo y -4,8% para la inversión.
Inflación y tasa de interés
Pero esta mejor perspectiva que el instituto emisor entregaría en cuanto a la actividad, tendría una contracara no feliz: la inflación podría ser más persistente de lo que se esperaba y por tanto el Central elevaría su pronóstico para el año. En diciembre tenía una proyección de 3,6%, y para este nuevo informe los expertos esperan que la suba a un nivel entre 4,3% y 5,2%.
Rojas cree que elevará su proyección a 4,5% y en su argumentación sostiene que “la caída de la demanda interna todavía está en proceso y no se ha reflejado nítidamente en los menores registros de inflación, y por ello es probable que suba su estimación para este año”.
A su turno, Soto puntualiza que “el Banco Central subirá su proyección de inflación para diciembre de este año desde 3,6% hasta 4,5% aproximadamente”. No obstante, dice que su pronóstico “es que la inflación cerrará un poco más alto que eso, entre 5% y 5,5%”.
Para Alarcón, el BC tiene que llevarla a 4,5% “al menos”, puesto que “es indudable que hay una sorpresa positiva en términos de actividad y probablemente en empleo también, eso redundará en que la desaceleración de la inflación debiese ser más lenta. Ahora, hay otros factores en juego que pueden compensar, como un peso más apreciado”, explica.
Una mayor inflación tendrá efectos en las decisiones de política monetaria. De esta forma, si antes de conocerse el Imacec de enero ya varios economistas afirmaban que la primera baja de la tasa de interés no sería ante de junio, ahora esa visión se consolidó, y así lo debería trasuntar el ente rector en el IPoM, prevén.
“El mensaje será que la tasa comenzará a bajar una vez que se haya consolidado el proceso de descenso de la inflación. Estimamos que eso ocurrirá hacia fines del segundo trimestre, por lo que el Consejo iniciaría los recortes en junio o julio”, comenta al respecto Soto.
Mientras que para Lehmann, el Banco Central “introducirá una mayor cautela, entendiendo que los desequilibrios macro se irán corrigiendo de forma más gradual”. En esa línea, subraya que “esperamos que inicie el proceso de recorte de la tasa de política de forma algo más rezagada, comenzando en julio, para terminar con una tasa de política en 8% a diciembre”.
Una visión similar entrega Flores, quien puntualiza que “si se observa el mismo fenómeno de Estados Unidos y España sobre la dificultad para reducir la inflación, deberemos esperar hasta julio para iniciar la baja de la Tasa de Política Monetaria”.
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