Hoy se cumplen 4 años desde el inicio del estallido social. Ese viernes 18 de octubre -y las semanas que lo siguieron- hubo protestas, demandas y una inusitada violencia. Entre todo eso, se encumbró un enunciado: «No son 30 pesos, son 30 años». La consigna se leía y escuchaba por todas partes. Así, las manifestaciones sentaron al modelo económico y social del país de las últimas 3 décadas en el banquillo de los acusados.

De inmediato los mercados mostraron sus primeras reacciones. El lunes siguiente el dólar subió $15 -algo poco usual en esos tiempos- y quedó en $725. A fines de noviembre la situación empeoró y -tras más de un mes y medio de protestas- la divisa llegó a cotizarse en $827, un máximo histórico en ese entonces. El Banco Central optó por contener la depreciación del peso y activó una intervención cambiaria por US$20 mil milllones. De todos modos, el billete norteamericano nunca volvió a bajar.

Fueron días en los que el sistema financiero sufrió una dura embestida: miles de negocios fueron quemados o saqueados, los horarios laborales se redujeron, las rutas de los trabajadores cambiaron producto de la quema de estaciones de metro y el trurismo tuvo que huir. Entre octubre y noviembre de 2019, la actividad productiva cayó más de un 9% anual y para fines de ese año salieron de Chile cerca de US$700 millones.

Desde entonces muchos fenómenos han sucedido. La pandemia es, sin duda, el más evidente. Y es que el golpe que recibió la economía producto de la crisis social se agravó con agudeza con la imposibilidad total de muchos de salir a trabajar y con algunas de las medidas que se tomaron durante esos meses, tales como los retiros, cuya contribución a la inflación fue contundente.

Con todo -y más allá de los otros factores que pudieron haber jugado un rol en la situación económica del país- hay voces que manifiestan que hay un evidente «antes» y «después» del 18 de octubre de 2019. Y es que hay efectos de la crisis que hasta hoy perduran. Entre ellos, negocios que cerraron por siempre, créditos más caros, un crecimiento estancado y un peor riesgo país.

Algunas cifras clave

Una de las cifras que da cuenta de cómo cambió la situación económica del país a partir del estallido es la relativa a las tasas de interés de los créditos hipotecarios. Y es que en 2019 -antes de las protestas- se registró el mejor costo financiero desde que existen registros. En ese periodo, la tasa bajó por primera vez del 2%. Nunca antes habían estado tan bajas. Nunca, tampoco, lo estuvieron después. Hoy, el costo de un crédito para la vivienda promedia 4,35%.

El porcentaje de la deuda del país también ha sufrido variaciones importantes desde 2019. Según cifras de la Dipres, el porcentaje de esta, ese año, era de 27,9%. Hoy la proyección para 2023 llega al 38,2%.

El crecimiento económico, en tanto, se había elevado en 2018 hasta llegar a 3,98%. En 2019 -con un claro efecto del estallido- se redujo a 0,85%. Y en 2020 -debido a la pandemia- cayó un 6,15%. Tras una recuperación post pandemia, para este año la proyección es negativa.

Asimismo, si se compara con los años anteriores al estallido, el desempleo, la pobreza y el costo de la vida también han ido al alza.

Si bien es discutible qué porcentaje de las cifras son debido al estallido y cuáles a la pandemia, hay ciertos indicadores que explican la percepción que genera el contexto político y social para los mercados internacionales.

El Credit Default Swap, que a través de sus puntajes evalúa el riesgo país, antes del triunfo de la opción Rechazo alzanzó casi 151 puntos.En diciembre de 2018, en tanto, se encontraba en alrededor de 62 puntos.

Solo en mayo de este año el riesgo país bajó sostenidamente de los 100 puntos, lo que coincidió con la elección del Consejo Constitucional. Hoy, ronda los 70 puntos, el más bajo de la región.

El Índice Mensual de Confianza Empresarial de Icare-UAI,por su parte, aunque ha tenido fluctuaciones, no ha recuperado consistentemente los niveles previos a octubre de 2019.

El Impacto en el comercio

Durante los días más álgidos de la crisis era común ver saqueos y destrucción de locales comerciales. Los que no habían sufrido con la violencia, pero temían que esta los afectara, de hecho, cubrieron sus fachadas con planchas metálicas, las que, en algunos casos puntuales, se mantienen hasta hoy.

José Pakomio, presidente de la Cámara Nacional de Comercio, dice que el 18 de octubre «constituyó un duro golpe para los sectores del comercio y del turismo, que cambió la dinámica del sector, en especial en los centros de las principales ciudades del país que provocó millonarias pérdidas, haciendo que muchos locatarios tuvieran que cerrar sus puertas».

«Fuimos el sector más golpeado -agrega- durante el estallido y luego doblemente golpeado por la pandemia, incluso algunos actores aún no han podido recuperarse tras estos dos impactos».

Pakomio asegura que, según cifras oficiales, a diciembre de 2019 un total de 2.358 locales comerciales, a lo largo del país, habían sido blanco de ataques desde que se inició la crisis.

Así, recalca que «el saldo del estallido es triste» y que este «nos dejó con menos ciudad, menos espacios para la vida de barrio y ciudadanos afectados por la imposibilidad de abastecerse con facilidad».

Hoy, dice también, no puede ser que «más de un 54% de los establecimientos comerciales perciban su barrio como poco o nada seguro, cifra evidenciada en nuestra última encuesta de victimización, donde también se refleja la desesperanza hacia adelante, con un 48% que cree que la delincuencia aumentará».

Una reflexión similar es la que hace Ricardo Mewes, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC). Dice, en relación a la ciudad de Valparaíso, que se ha convertido en una ciudad «con comercios que cierran a las 4 de la tarde y eso le hace mal a la ciudad porque no puede volver a generar un espacio de convivencia ciudadana».

La situación que describe, añade, se repite en distintos sectores del país.

Infraestructura que aún se recupera

En algunas comunas de Santiago aún quedan cicatrices de la crisis, las que las autoridades, en muchos ocasiones, han intentado reparar. Un caso emblemático: tras casi 4 años cerrado por los daños, recién esta semana el café Literario de Providencia volvió a abrir su puertas.

«Ha sido un acto de confianza», señaló la alcaldesa Evelyn Matthei.

Una de las imágenes que por los días de octubre de 2019 recorrió las redes sociales, fue el incendio en el hotel Principado de Asturias. Se trata de otra de las obras emblemáticas que aún -a 4 años de la crisis- no ha vuelto a funcionar.

«El Hotel Principado de Asturias fue completamente saqueado en cuatro ocasiones”, explicó a La Tercera Juan Carlos Torre, quien lidera la cadena de hoteles.

Como el hotel, hay cientos de negocios que durante la crisis se vieron tan dañados que sencillamente dejaron de funcionar.

Debilitamiento institucional y desconfianza

La caída en la inversión, han explicado algunos, se debería al debilitamiento institucional que el país sufrió a partir de la crisis de octubre de 2019.

Para Juan Ortiz, economista senior del OCEC-UDP, para la economía chilena el principal efecto de la crisis fue justamente ese. Dice «si bien se buscó una salida política a la crisis a través de un cambio constitucional, hasta el dia de hoy es un tema que no se ha cerrado y que ha dejado un impacto en cuanto a la incertidumbre política en el país, que ha afectado diversos precios relativos».

«Hoy por hoy -agrega- cuesta cada vez mas llegar a acuerdos, y sin estos es muy difícil avanzar».

«La imagen del país se dañó severamente a nivel internacional-añade Rodrigo Montero, economista y decano de la facultad de Administración y Negocios de la U. Autónoma- lo que por cierto afectó de manera importante la confianza en nuestra economía».

Al respecto, Javier Mella, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de los Andes, señala que «ha habido espacio para propuestas económicas más populistas que puede tener un alto impacto en el corto y largo plazo».

Alejandro Weber, decano de Economía de la Universidad San Sebastián, por su parte, dice que «el crecimiento está estancado hace 10 años pero su mediocre desempeño se consolidó desde el estallido social, generando gran desconfianza de inversionistas».

/psg