El presidente estadounidense Joe Biden se reunirá cara a cara con el presidente chino Xi Jinping por primera vez en un año, informó la Casa Blanca, en una reunión diplomática de alto nivel destinada a frenar las tensiones entre las dos superpotencias mundiales.

El encuentro, que se celebra al margen de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), en la bahía de San Francisco, podría durar horas e implicar a equipos de funcionarios de Beijing y Washington.

Se espera que se aborden cuestiones de alcance mundial, desde la guerra entre Israel y Hamas hasta la invasión rusa de Ucrania, Corea del Norte, Taiwán, el Indo-Pacífico, los derechos humanos, el fentanilo, la inteligencia artificial, así como las relaciones comerciales y económicas “justas”, dijeron altos funcionarios de la administración de Biden.

“No se ocultará nada, todo está sobre la mesa”, señaló un funcionario estadounidense, que se negó a dar su nombre, en una reunión informativa con la prensa.

“Tenemos las cosas claras. Sabemos que los esfuerzos por moldear o reformar China durante varias décadas han fracasado. Pero esperamos que China presente y que sea un actor importante en la escena mundial durante el resto de nuestras vidas”.

Los funcionarios estadounidenses, que llevan casi un año presionando para que se celebre la reunión, creen que Beijing ha estado trabajando activamente para socavar la política estadounidense en todo el mundo.

La Casa Blanca confirmó el día de la reunión en un comunicado el viernes. El Ministerio de Asuntos Exteriores de China dijo durante la jornada que Xi visitará Estados Unidos del 14 al 17 de noviembre, asistirá a la cumbre de la APEC y se reunirá con Biden.

Biden y Xi hablarán a través de océanos de diferencia ideológica por primera vez desde noviembre de 2022. El equipo del presidente estadounidense diseñó un bombardeo diplomático para reparar unas relaciones hostiles después de que Biden ordenará el derribo de un presunto globo espía chino que surcó los cielos estadounidenses en febrero.

Se espera que uno de los principales resultados sea una mayor diplomacia: promesas de hablar más sobre cuestiones clave, entre ellas, sobre el clima, la salud mundial, la estabilidad económica, los esfuerzos contra los narcóticos y la posible reanudación de algunos canales entre militares tras una congelación de alto nivel.

Ambas partes podrían hacer modestos gestos de buena voluntad para facilitar las conversaciones, según otras dos personas informadas de las conversaciones.

Pero será difícil lograr avances profundos. Ambos países se consideran cada vez más atrapados en una competencia directa para asegurar una ventaja militar, arrinconar la economía del siglo XXI y ganarse el afecto de los países de segundo nivel, dicen funcionarios estadounidenses y chinos.

Los esfuerzos por coreografiar cuidadosamente la visita de Xi no pueden verse alterados en la agitada ciudad del norte de California, que tiene una larga historia de protestas y agitación de izquierdas.

Biden y Xi se conocen desde hace más de una década y han compartido horas de conversación a lo largo de seis interacciones desde la toma de posesión de Biden en 2021. Pero ambos llegan a la mesa con recelos mutuos, agravios e impresiones confusas de lo que busca el otro, dicen los analistas.

Entre otros temas delicados, se espera que Biden plantee las “operaciones de influencia” chinas en elecciones extranjeras y la situación de los ciudadanos estadounidenses que Washington considera detenidos injustamente en China.

Biden, de 80 años, preside una economía que ha superado las expectativas y a la mayoría de las naciones ricas tras la pandemia de Covid-19. Impopular entre los votantes en su país, aspira a un segundo mandato en medio de preocupaciones sobre la estabilidad de la democracia estadounidense.

No obstante, Biden ha reunido a los aliados tradicionales de la nación, desde Europa hasta Asia, para enfrentar a Rusia en Ucrania, aunque algunos tienen diferencias sobre el conflicto entre Israel y Hamas.

Las largas alianzas de Washington, desde la OTAN hasta los tratados de defensa en el Pacífico, están siendo convocadas no tan silenciosamente en Asia para disuadir un conflicto con China.

Xi, una década menor que Biden, se ha convertido en el dirigente chino más poderoso desde Mao Zedong, tras reforzar el control sobre la política, los dirigentes estatales, los medios de comunicación y el Ejército, y cambiar la Constitución. Recientemente, los complejos desafíos económicos han desviado al país de su trayectoria de crecimiento de tres décadas.

Los diplomáticos en Washington esperan que Beijing ponga a prueba a Estados Unidos en las próximas semanas, aprovechando el percibido cambio de enfoque de Estados Unidos en Ucrania e Israel, mientras persigue sus propias ambiciones en el Indo-Pacífico.

Se espera que Biden diga a Xi que los compromisos de Estados Unidos en el Indo-Pacífico no han cambiado. China ha preocupado a sus vecinos en los últimos años con medidas en el Estrecho de Taiwán, el mar de China Meridional y el mar de China Oriental, zonas de disputa internacional. Biden también expresa un compromiso específico con la seguridad de Filipinas, dijo uno de los funcionarios estadounidenses.

También se espera que Biden presione a Xi para convencer a Irán de que no sería prudente intentar ampliar el conflicto en Medio Oriente, dijo el funcionario.

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