Un informe de Inteligencia elaborado por Estados Unidos expuso que la cooperación entre China y Rusia en el plano militar es cada vez más estrecha, con un consecuente y significativo aumento de envíos de maquinaria, microelectrónica y otro tipo de tecnología a Moscú. Gracias a ello, señala el documento, el Kremlin puede mantener activa su producción de misiles, tanques, aviones y armas que, luego, emplea en sus ofensivas en Ucrania.
Precisamente, en 2023, el 90% de la microelectrónica empleada en Rusia para la fabricación de artillería era procedente de China mientras que cerca del 70% de los USD 900 millones que el país gastó en la importación de máquinas herramientas en el último trimestre de aquel año, también se rastrearon hasta Beijing. Inclusive, en lo que respecta sólo a semiconductores, las ventas entre estos países pasaron de los USD 200 millones en 2021 a los más de USD 500 millones en 2022, según datos de aduanas analizados por la Fundación Rusia Libre.
Algunas de las compañías identificadas como parte de estas cadenas son North China Research Institute of Electro-Optics, Wuhan Global Sensor Technology Co., Wuhan Tongsheng Technology Co. Ltd., Hikvision y IRay Technology Co. Ltd.
Sin embargo, el riesgo no se contiene únicamente en el envío de piezas; Vladimir Putin y Xi Jinping también mantienen acuerdos para la producción conjunta de vehículos aéreos no tripulados dentro de Rusia y trabajan en la mejora de sus capacidades satelitales y espaciales. Esto último no sólo implica un riesgo para Ucrania, que queda vulnerable ante ataques con mayor posibilidad de éxito, sino que también podría aumentar la amenaza que Rusia representa en Europa, en el largo plazo.
En medio de esta alianza, que se estrechó ante el aislamiento internacional al que Moscú quedó sometido por lanzar su ofensiva injustificada, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, viajó la semana pasada a Beijing y advirtió a funcionarios del Partido Comunista Chino que todos sus bancos, empresas y hasta dirigentes que estuviesen implicados en la asistencia a las Fuerzas Armadas rusas serían susceptibles a sanciones por parte de la administración de Joe Biden.
“Seguimos preocupados por el papel que cualquier empresa, incluidas las de la República Popular China, están desempeñando en las adquisiciones militares de Rusia. Subrayé que las empresas, incluidas las de la RPC, no deben proporcionar apoyo material a la guerra de Rusia y que se enfrentarán a importantes consecuencias si lo hacen, y reforcé que cualquier banco que facilite transacciones significativas que canalicen bienes militares o de doble uso a la base industrial de defensa de Rusia se expone al riesgo de sanciones estadounidenses”, apuntó la funcionaria que, en diciembre, obtuvo del propio Biden las facultades para ordenar dichas medidas.
A la par, la Casa Blanca abrió otros canales con las autoridades del régimen, para tratar de disuadirlos de continuar con sus operaciones. Así, este mes, el secretario de Estado, Antony Blinken, tendría en agenda un viaje al país, que incluiría un encuentro con Xi para poder abordar esta cuestión.
Por su parte, desde Beijing niegan todas estas denuncias y, por el contrario, instaron a la no interferencia de potencias extranjeras. “El comercio normal entre China y Rusia no debe verse interferido ni restringido. Instamos a la parte estadounidense a que se abstenga de menospreciar y convertir en chivo expiatorio la relación normal entre China y Rusia”, sostuvo Li Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington.
También, la semana pasada lanzó su propia ronda de sanciones contra Estados Unidos, alegando apoyo a Taiwán por medio de la venta de armamento. De esta manera, dispusieron el congelamiento de los activos de las empresas General Atomics Aeronautical Systems y General Dynamics Land Systems en China, y prohibieron a sus directivos viajar al país.
Según documentos, estas compañías participan de la fabricación de los potentes tanques Abrahams así como aviones militares, que la isla está adquiriendo para modernizar su capacidad defensiva y poder resistir a una eventual invasión china.
(Con información de AP)
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