Un pueblo entero, al ritmo de sus mujeres y sus jóvenes, para dejar claro que el huracán político encabezado por María Corina Machado lo empujan los más humildes de una Venezuela profunda devastada por la revolución bolivariana que todo les prometió y que casi todo les ha quitado.
El pueblito de Sabana de Mendoza, en los Andes venezolanos, ha tomado sus calles para apoyar a la líder opositora, decidida a cambiar la historia del país tras 25 años de chavismo. Y lo que dejaron claro desde el primer minuto es que estaban allí porque querían, que nada tienen que ver con las mini concentraciones oficialistas, con empleados públicos acarreados, milicianos y devotos evangélicos llevados por su pastor.
No fue el único, hasta 11 paradas improvisadas forzaron estas gentes en el recorrido triunfal de Machado por el estado de Trujillo. De nada sirvieron las amenazas del gobernador chavista, la contraprogramación revolucionaria para desplazar el acto opositor, que es como tapar el sol con un dedo. A la misma hora, Nicolás Maduro recibía en Caracas a una delegación del Partido Comunista de China.
«Esperamos y aspiramos a que cuando estés en el trono se acuerde de nosotros los pobres, no vaya a ser como los otros presidentes que nos olvidaron. Usted es una mujer guerrera, somos venezolanas», expuso Carmen Ocampo a Machado, cara a cara, en el cruce de caminos donde vende comida.
«¡Eres el futuro de nosotros, los jóvenes!», le ha retado una jovencita en la llegada a Valera, a la carrera, ganando a otros cientos que se querían acercar. «¡Por mi hija, por mi hija, por favor!», ha suplicado otro hombre a la vez que elevaba a su bebé por encima de su cabeza para acercarlo a la líder opositora.
«Este proceso es de cada uno de ustedes, cada quien ha convertido esto en su propia causa», ha concluido Machado ante sus miles de seguidores.
Venezuela ha cambiado y de qué forma: ha transformado su desdicha en esperanza con fecha, el 28 de julio. Pese a las trampas urdidas por el régimen, que ha inhabilitado, de forma ilegal e inconstitucional, a la propia Machado y ha bloqueado, sin dar una sola explicación, la candidatura suplente de la filósofa de 80 años Corina Yoris, la unidad opositora avanza hacia la fecha electoral con el aliento del pueblo y con su nuevo candidato, el diplomático Edmundo González Urrutia, sellando alianzas y apostando por ser el eje moderado para una transición tantas veces soñada.
«Tenemos un país entero que anhela el regreso de nuestros hijos, vamos a construir un gran país», ha clamado Machado, con el cartel de Edmundo en la mano, en otra de sus paradas ante la emoción de cientos de personas que gritaban libertad con todas sus energías, desde muy dentro.
La dimensión de este hito político, que ha forzado el paso atrás de los tradicionales aliados del chavismo en Colombia y Brasil, sólo se explica desde su origen el año pasado, en la Venezuela más profunda y más herida. Fue en los Andes, en los Llanos, en la frontera, en el oriente donde creció la ola que alcanzó los barrios más populares de Caracas y sorprendió a la clase media capitalina que también desea el cambio, pero que lo ve desde una posición más acomodada.
«Los últimos 25 años en Venezuela indicaban que el chavismo era inamovible. Eso se ha puesto en duda en las últimas semanas gracias al liderazgo de Machado y a sus recorridos por el país, que no sólo ha devuelto la esperanza a millones de venezolanos, sino también les ha contagiado una energía y una determinación nunca antes vista. Por eso estamos ante lo que la Historia plantea como encuentro entre un objeto que parecía inamovible y una fuerza que parece indetenible, la fuerza política de Machado y la esperanza de cambio de los venezolanos», ha explicado el analista Miguel Velarde a El Mundo.
Es tal la euforia que se vive que el gigantesco sistema de propaganda del chavismo intenta responder a duras penas, aunque parezca imposible retomar la iniciativa.
«Frente a la contundencia de las imágenes de la gira de Machado han apelado a todo tipo de argumentos que resultan, por decir lo menos, ingenuos. Es así como advierten a su militancia sobre efectos visuales, gran angular en las cámaras, ediciones en los vídeos, contratación de boots y hasta algoritmos en redes sociales que sobredimensionan la presencia opositora en la calle. Uno de los comentaristas del canal del régimen ha advertido, sin poder evadir una especie de resentimiento en su reflexión, que las elecciones no se ganan con likes en redes sociales», ha desvelado a este periódico el sociólogo Gianni Finco.
La represión y la intimidación del poder bolivariano no es capaz de acallar tantas voces. Una de ellas fue la del emigrante Óscar Castañeda, recién llegado de Colombia, que con sus palabras durante uno de los mítines de Machado de la semana pasada conmovió a quienes allí se encontraban. El Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) se lo llevó de su casa horas después.
Hasta los hoteles donde hace parada la líder opositora son cerrados y multados con cientos de dólares. Pero el huracán no deja de soplar. «Por supuesto el final es incierto y mucho puede pasar en el camino, y como dice la propia Machado, hay que ir avanzando un día a la vez. Pero lo que ya es un gran logro es que millones de venezolanos dentro y fuera han despertado una vez más de esa resignación en la que habían caído y encuentran un liderazgo en el que pueden confiar y en lo que ellos mismos pueden aportar para ese cambio que necesita Venezuela», ha sentenciado Velarde.
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