La incertidumbre económica es una de las variables que ha ido tomando importancia en el análisis económico de los distintos agentes e instituciones, incluido el propio Banco Central. Y si bien el último Imacec de mayo decepcionó, con un crecimiento de 1,1%, y mayoritariamente las expectativas de inversión para este año todavía se mantienen en terreno negativo, el nivel incertidumbre sigue mejorando.
Así da cuenta el Índice de Incertidumbre Económica que elabora el instituto emisor, el que cerró a junio en 111,94 puntos, el que constituye su menor nivel desde agosto de 2019, previo al estallido social de octubre de ese año. En ese momento se ubicó en 111,93.
Tras los acontecimientos del 18-O, sus efectos se comenzaron a reflejar rápidamente en dicho indicador. En noviembre de ese año escaló hasta los 195 puntos y en diciembre ya rozó los 230 puntos. De allí en más, solo siguió subiendo: en marzo de 2020, cuando la pandemia del Covid llegó al país generando sus primeros impactos económicos, superó los 250 puntos. Y en abril sobrepasó los 400 puntos. Luego, hasta agosto de 2020 se mantuvo rondando los 350 puntos. En septiembre y octubre de ese año se ubicó en 272 y 288, respectivamente, para a continuación, en noviembre, nuevamente subir sobre los 300 puntos.
En la primera parte de 2021 estuvo entre 210 y 250 puntos y en agosto volvió a bajar de los 200 puntos, hasta que en diciembre de ese año cruzó otra vez la barrera de los 300 puntos, en medio de la recta final de la primera vuelta presidencial.
El peak de este índice se alcanzó en marzo de 2022, registrando 409 puntos, en medio del proceso de instalación del actual gobierno en La Moneda.
Qué mide este índice
De acuerdo al Banco Central, este índice de incertidumbre económica utiliza información obtenida desde cuentas de Twitter (ahora X) en temas relacionados con la economía, políticas económicas, incertidumbre acerca de eventos particulares, y la contingencia económica en Chile.
Según se detalla, la metodología utilizada muestra aumentos significativos que coinciden con varios episodios locales e internacionales que provocaron niveles extraordinarios de incertidumbre económica en Chile, especialmente luego de los eventos en torno a las protestas de mediados de octubre 2019 y la pandemia del Covid-19 a mediados de marzo 2020. Esta metodología fue inicialmente diseñada por los economistas del Banco Central Juan Sebastián Becerra y Andrés Sagner.
Los expertos afirman que existen razones “estructurales” que están permitiendo que la incertidumbre se aleje de los niveles máximos que alcanzó luego de la crisis social y la pandemia. Entre los principales mencionan que los procesos constitucionales se cerraron y que las “ideas refundacionales” ya no están en la agenda, puesto que cualquier reforma deberá ser consensuada con la oposición, ya que el gobierno no tiene mayoría parlamentaria.
En ese sentido, Sergio Lehmann, economista jefe de Bci, afirma que “este indicador muestra que para avanzar en cualquier reforma se requiere de un acuerdo entre el gobierno y la oposición, dejando fuera cualquier idea refundacional”.
Mientras que el economista del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), Juan Ortiz, indica que “la reducción de la incertidumbre económica responde a diversos factores, siendo el principal el hecho que los cambios constitucionales impulsados hace unos años, ya no forman parte de la agenda política o económica actual. Asimismo, tampoco se visualiza que este tipo de propuestas tenga realmente un apoyo político en el futuro. Este hecho, sin duda, ha reducido estructuralmente la incertidumbre”.
Ortiz añade que “el alcance de las reformas emblemáticas del gobierno, que tendrían un impacto no menor en el sector privado, tanto a nivel tributario como en términos del mercado pensional, será mucho más acotado respecto a lo esperado tiempo atrás. Es decir, existe poca claridad hoy respecto a la posibilidad que el pacto fiscal o la reforma pensional se puedan lograr en la práctica y de avanzar el resultado será una negociación política en el Parlamento, lo que ya ha obligado al Ejecutivo a contener el alcance de estas reformas”.
¿Por qué no se refleja en la inversión?
Para los economistas, si bien es positivo que este indicador registre bajas, no es una condición suficiente para que aumente el apetito por invertir en el país y, por ello, el hecho de que la incertidumbre hoy esté en niveles previos al estallido social, no implica que la economía retomará una senda más sostenida de crecimiento.
“La inversión sigue frenada por la permisología y dudas que aún persisten en el ámbito de reformas. La economía crece en torno a su potencial de expansión, por lo que no es posible, dados los factores estructurales que hoy se reconocen, pedirle más. Pagamos los costos de malas políticas adoptadas en los últimos años”, puntualiza Lehnmann, quien suma como argumento que “falta aún recuperar las confianzas y comenzar a mirar el largo plazo del lado político. Por cierto, abordar la permisología es clave, pero estableciendo metas ambiciosas”.
Ortiz agrega que “si bien la incertidumbre es un factor que incide en las decisiones de inversión, especialmente en el sector privado, hay otros factores que también repercuten tanto a nivel estructural como a nivel coyuntural”. Uno de ellos, según describe el economista, es el hecho que “los costos de transacción para implementar proyectos de inversión, entre ellos los permisos, evaluación ambiental, entre otros, juegan un rol no menor en esta área”.
Además, sostiene que “hay factores internos que hoy limitan la capacidad de mayor inversión: por una parte, la perspectiva de estancamiento del crecimiento económico en el corto plazo, dada una baja productividad, sumado a un aspecto que antes en Chile no era tan relevante, como es la seguridad”.
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