-El veto del gobierno incluye la obligación de votar a todos, sean chilenos o extranjeros residentes en cinco años y con una multa menor que es de $ 33.000. ¿Qué te parece a ti esta propuesta?

-El espíritu original del Gobierno era tener dos tipos de votantes diferenciados por nacionalidad. Y efectivamente, al ver un rechazo muy amplio desde la clase política, tiene que proponer algo que esté en algún punto medio. En el fondo la trampa queda hecha, la multa baja y se doblan las reglas democráticas, lo que tampoco es un buen escenario. Meses antes de la elección se cambian las reglas por conveniencia.

-¿Eso es muy grave?

-Lo que uno ve en los países que son desarrollados, estables democráticamente, es que las reglas electorales no se cambian meses antes de las elecciones. Fija un precedente preocupante. Es el límite más bajo que podía haber, sin tener que cambiar la legislación completa. Entonces bajan las barreras hasta el mínimo posible para que las personas que no quieran ir a votar, no vayan a votar. Es mucho más fácil pagar 33.000 que 200 mil.

-¿Puede tener efectos en la elección?

-No hay estudios determinantes sobre cuál es la tendencia en los votos de los migrantes. Para empezar, uno tiene que estar cinco años en el país. Pasan muchas cosas en cinco años. El Gobierno no necesariamente está apuntando para esta elección, sino que también está apuntando a fidelizar un un electorado que le podría servir más adelante para la presidencial y también para las elecciones futuras.

Hay un montón de personas que han llegado a Chile y no hay ninguna opción política que los esté acogiendo. Incluso la oposición tiene un discurso muy fuerte contra la inmigración irregular. Con esto, el Gobierno tiene la oportunidad de fidelizar a esta población y mirar hacia adelante con expectativas electorales positivas.

-¿Dices que los migrantes podrían fidelizarse con el gobierno y con la izquierda?

-Lo que hizo el gobierno es hacerles un guiño a los migrantes; primero, al tratar de no imponer multa para ellos y ahora al bajar al mínimo para que puedan pagar, porque son la clase más vulnerable. Es una estrategia electoral, sin duda.

-¿Te parece una medida oportunista?

-Es una medida hecha con el mapa y la calculadora en la mano, propia de países subdesarrollados. Fue un cálculo electoral. El gobierno trató de adaptar las reglas para algo que le podría convenir.

-Marcela Cubillos y otra gente dice que esto es propio de un régimen chavista. ¿Qué te parece esa opinión?

-No es lo que hacen los países desarrollados. Cambiar las reglas en un año electoral cuando no hay ningún motivo para hacerlo, no tiene ningún sentido. Se podría haber legislado dos años antes, si el gobierno hubiese querido hacerlo.

-¿En general la gente que no vota no es castigada en Chile?

-Bueno, eso es algo que falta. Las reglas se deben respetar. Si algo ha pasado en Chile en los últimos años es que nos dimos cuenta de lo que pasa cuando se doblan las reglas, cuando se hacen maleables, cuando se permite que no hayan sanciones a las personas que violan las normas. En el caso de las elecciones es muy importante que las reglas se respeten y si hay voto obligatorio que se pueda sancionar a las personas que no vayan a votar.

¿Cómo calificas todo este episodio?

-Ha sido un bochorno del gobierno: trataron de buscar una posición, no les funcionó y terminaron con otra cosa que tampoco les va a servir. Otra muestra del estilo del gobierno, un poco más de improvisación y de hacer las cosas al lote, buscando una salida entre medio. Y terminamos con algunas instituciones que parecen hechizas.

-A propósito de elecciones, el lunes 29 vence el plazo para inscribir las candidaturas municipales y de gobernadores. ¿Cuáles son las principales conclusiones de este proceso?

-Queda claro que hay dos derechas y dos izquierdas. Republicanos tiene ganas de más. No está dispuesto a agacharse y quiere ir frontalmente contra Chile Vamos. Tienen una propuesta mucho más intensa, mucho más agresiva, mucho más confrontacional y menos dispuesta a negociar con el oficialismo, con la izquierda y con la centroizquierda. En un momento como éste, donde la crisis de seguridad está entre las principales prioridades de las personas, hace mucho sentido el discurso de los republicanos.

-¿Puede lograr un resultado importante el Partido Republicano?

-Yo creo que sí. Son bastantes más competitivos de lo que se cree, sobre todo porque hay harto de ese sentimiento anti octubrista en la población. Hay muchas personas que sienten que no hay necesidad de negociar con la izquierda.

En una elección tan grande como esta, tan relevante y con miras a la elección presidencial, la conclusión más importante es que hay dos derechas, que son distintas y que no quieren juntarse.

-Desde el oficialismo, ¿también esta negociación evidencia la disputa por la hegemonía?

-Hay una coordinación que es funcional para el ala más de izquierda, para el Frente Amplio, para el Partido Comunista y no para la socialdemocracia. Mientras la socialdemocracia no se pueda escapar de ese tipo de pacto y siga estando, a nivel de los alcaldes, a la sombra del FA y el PC, no va a despegar. La hegemonía la tiene el ala más de izquierda en este momento.

-Un tema importante fue la renuncia de Javier Macaya, que cometió un error al hablar del caso de su padre desde una perspectiva personal, siendo que él es un político que tiene una labor pública.

-Lo de Macaya fue un error del cual era imposible escapar. Si hubiesen sido las declaraciones que finalmente dio u otras, creo que el costo político se habría hecho igual. Además, a la oposición le servía un golpe de este tipo.

La renuncia de Macaya no tiene nada que ver con su gestión como presidente de la UDI. Es algo completamente ajeno. Si hubiese evitado el tema por completo, hubiese tenido mayores posibilidades de supervivencia, pero igual era bastante difícil. Yo creo que la oposición igual hubiese empujado para que renunciara.

-¿Qué señal entrega que su sucesor sea Guillermo Ramírez?

-Es una persona cercana a Evelyn Matthei. La UDI está efectivamente optando por la ruta menos dolorosa, un poco más pragmática, para enfrentar el escenario electoral que viene. Y creo que están dando vuelta la hoja hacia un punto que es mucho más favorable para la candidata presidencial. El partido está pensando en armar un relato, una narrativa que tenga que ver con ella y dejar atrás un poco lo que fue Macaya, que fue bastante negociador y blando con lo que hoy día es el oficialismo.

/Entrevista de Marcelo Soto para Ex ante