Un nuevo estudio ha analizado la posibilidad de que siete candidatas a estrellas rodeadas de megaestructuras de civilizaciones interestelares conocidas como esferas de Dyson —detectadas y propuestas en un estudio de 2022 liderado por Matías Suazo y publicado en la prestigiosa revista revisada por pares Monthly Notices of the Royal Academy of Sciences— sean realmente de civilizaciones interestelares o, por el contrario, puedan ser fenómenos naturales.
El nuevo trabajo —publicado por el astrónomo británico y profesor de la Universidad de Leicester Andrew W. Blain en el servidor público ArXiV, pero que todavía no ha sido revisado ni aceptado para su publicación en ningún diario científico— afirma que estas señales pueden tener explicaciones naturales, pero abre la puerta a otras cuestiones intrigantes.
La historia de las siete candidatas
El equipo de Suazo identificó estas estrellas utilizando datos del satélite Gaia y los telescopios WISE y 2MASS. Mostraban un exceso de radiación infrarroja que, en teoría, podría ser causado por estructuras artificiales construidas por civilizaciones avanzadas.
En total, analizaron cinco millones de estrellas y hallaron siete candidatas que parecían emitir una cantidad de radiación infrarroja mayor de lo esperado. Estas estrellas, todas enanas M, mostraban anomalías que, según los astrónomos, podrían estar relacionadas con la construcción de esferas de Dyson: estructuras gigantes capaces de rodear una estrella para capturar toda su energía. «Encontramos siete enanas M que muestran un exceso infrarrojo de naturaleza poco clara, lo que es compatible con nuestros modelos de esfera de Dyson», explicaron en su estudio.
Esta detección abrió la puerta a la posibilidad de que, por primera vez se haya encontrado, una evidencia tangible de ‘tecnofirmas’, es decir, señales de civilizaciones tecnológicamente avanzadas. La teoría de la esfera de Dyson, propuesta por el físico Freeman Dyson en 1960, se basa en la idea de que una civilización suficientemente avanzada en la escala de Kardashev eventualmente necesitaría explotar la totalidad de la energía de su estrella para sostener su desarrollo. En la escala, las civilizaciones de tipo 1 controlan toda la energía de su planeta, mientras que las de tipo 2 son capaces de capturar la energía completa de una estrella. La búsqueda de estas estructuras ha sido durante décadas objeto de especulación e investigación sobre civilizaciones extraterrestres.
El equipo de Suazo trabajó bajo esta hipótesis: las estrellas que presenten un exceso de radiación infrarroja en longitudes de onda medias, podrían ser una señal de posibles esferas de Dyson. Estas estructuras absorberían la radiación visible de la estrella y emitirían calor residual en forma de radiación infrarroja, lo que produciría una firma detectable para los telescopios terrestres. Los datos recogidos de Gaia, 2MASS y WISE permitieron identificar estrellas con esta característica, y estas siete enanas M se convirtieron en las principales candidatas. «La explicación más fascinante podría ser la existencia de verdaderas esferas de Dyson», afirma el artículo.
La explicación de Blain
Blain analizó estas siete señales en su estudio y propone que las explicaciones naturales son también plausibles. Según él, las señales podrían no ser de origen alienígena, sino el resultado de la alineación casual con galaxias de fondo o de fenómenos astrofísicos que no se habían considerado. «Las galaxias de fondo detectadas por WISE tienen características que pueden confundirse fácilmente con los signos esperados de una esfera de Dyson», apunta Blain, lo que deja abierta la posibilidad de que las señales detectadas no tengan nada que ver con civilizaciones avanzadas.
Este fenómeno de «confusión de fuentes» es un problema común en la astronomía observacional. Los telescopios como WISE, que detectan radiación en el espectro infrarrojo, no siempre tienen la resolución necesaria para distinguir con precisión entre dos objetos que parecen superponerse en una imagen. Esto puede llevar a que una galaxia distante, brillante en el infrarrojo, sea confundida con una estrella cercana. Además, «estas galaxias conocidas como ‘HotDOGs’ podrían ser las verdaderas fuentes de las señales infrarrojas observadas en estos sistemas», asegura Blain. “La probabilidad de que estos candidatos sean verdaderas esferas de Dyson es extremadamente baja».
Nueva incógnita
Sin embargo, Blain abre otra caja de pandora y se pregunta si una civilización avanzada tendría la capacidad de ocultarse deliberadamente. Él sugiere que unos extraterrestres que hayan alcanzado el nivel tecnológico necesario para construir una esfera de Dyson también tendrían los medios para enmascarar su firma de radiación, haciendo imposible su detección por observadores externos: «Una civilización capaz de construir una esfera de Dyson podría emplear contramedidas electromagnéticas para enmascarar su presencia y evitar ser detectada». Estas contramedidas podrían incluir la emisión de señales de radiación que emiten las características de una estrella normal o el desvío del calor residual de la esfera hacia regiones del espacio donde no haya observadores.
Para resolver este enigma, Blain afirma que deberíamos utilizar la técnica de las microlentes gravitacionales para obtener más detalle. Las microlentes gravitacionales son un efecto físico predicho por Einstein que dice que, cuando un objeto masivo como una estrella, una galaxia, o un agujero negro, pasa frente a otro objeto más lejano, su gravedad deforma y amplifica la luz del objeto de fondo. Esto podría permitir a los astrónomos observar con más detalle y detectar estructuras ocultas o diferencias en la emisión de radiación.
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