El politólogo Fiódor Lukiánov, redactor jefe de Russia in Global Affairs y presidente del Consejo de Rusia para Política Exterior y Defensa, afirmó que las potencias actuales no lograrán establecer un nuevo orden mundial mediante un gran acuerdo, como ocurrió en la Conferencia de Yalta de 1945, donde se definieron las bases del sistema internacional tras la Segunda Guerra Mundial.
En un artículo reciente, Lukiánov explicó que el actual cambio en el sistema global ha impulsado llamados a un «nuevo Yalta», es decir, un gran pacto sobre los principios del orden internacional. Estas discusiones se han intensificado tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, ya que algunos sectores plantean la necesidad de consolidar un nuevo marco de relaciones internacionales.
Sin embargo, el experto advierte que la situación actual es incomparable con la de 1945, ya que los conflictos en curso, incluido el de Ucrania, no pueden considerarse de alcance mundial. «Los acuerdos de Yalta-Potsdam fueron el resultado de una guerra global, en la que los vencedores destruyeron conjuntamente al aspirante a la dominación mundial y obtuvieron el derecho a definir el orden internacional», sostiene.
Occidente, Trump y el concepto de orden mundial
Lukiánov señala que el propio término orden mundial tiene un origen occidental, pero a medida que Occidente pierde hegemonía, el concepto deja de ser funcional. Además, considera improbable un «gran acuerdo» con Donald Trump, ya que el expresidente estadounidense da prioridad a los beneficios económicos de corto plazo sobre los aspectos estructurales de un pacto global.
Según el analista, todos los acuerdos impulsados por Trump responden a una situación concreta y no a una estrategia a largo plazo, lo que dificulta la posibilidad de establecer un marco duradero para el sistema internacional.
El papel del Sur Global
Lukiánov descarta que la falta de liderazgo de Occidente implique que los países del Sur Global asuman el diseño del nuevo orden mundial. Sostiene que estos Estados entienden la lógica de Trump, basada en la defensa de intereses puntuales, y no están dispuestos a someterse a un esquema internacional predefinido.
Citando a China, el analista afirma que sus propuestas globales son «afirmaciones de cosmovisión de la naturaleza más general», aplicables únicamente a su propia realidad. Lo mismo ocurre con otras potencias emergentes, que, en lugar de alinearse bajo un modelo común, tienden a reforzar sus particularidades.
En este escenario, el futuro de las relaciones internacionales se asemejará más a la dinámica de los BRICS+, caracterizada por la ausencia de criterios fijos y acuerdos vinculantes. Incluso si se lograra un pacto entre Rusia y Occidente, este solo tendría alcance regional y no definiría el orden global, concluye Lukiánov.
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