Carlos Alcaraz ofreció este domingo en Roland Garros el mayor espectáculo del mundo del tenis. El murciano remontó dos sets en contra y salvó tres bolas de partido ante Jannik Sinner para conquistar su segundo título en París y el quinto Grand Slam de su carrera. El marcador: 4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3) y 7-6(2), se cerró con una obra de arte: un pasante de derecha en carrera que selló una de las gestas más memorables de la era moderna.
A sus 22 años, un mes y tres días, Alcaraz iguala a Rafael Nadal en número de grandes a esa misma edad. El balear logró su quinto en Wimbledon 2008, también tras una batalla épica frente a Roger Federer. Diecisiete años después, la historia se repite en París. Carlitos se convierte así en el octavo jugador que retiene la Copa de los Mosqueteros en la Era Open. «Las finales están para ganarlas», ha dicho, y lo ha demostrado: cinco finales de Grand Slam, cinco títulos.
Sinner, por su parte, se despide con la cabeza alta, aunque con el peso de cinco derrotas consecutivas ante Alcaraz. El italiano veía cortada su racha de 20 victorias consecutivas en torneos grandes.
El duelo también dejó una marca histórica: con 5 horas y 29 minutos, esta fue la final más larga de Roland Garros, superando las 4h42m de Wilander y Vilas en 1982. Solo la final del Open de Australia 2012 entre Nadal y Djokovic (5h53m) ha durado más en un ‘major’.
El partido comenzó con Sinner imponiendo su ritmo. Alcaraz desperdició tres bolas de rotura en el primer juego, que se alargó 12 minutos. El italiano, más sólido al inicio, aprovechó un error de revés de Alcaraz tras un problema ocular del español que requirió atención médica. Primer set para Sinner.
El segundo parcial parecía seguir el mismo guion. Sinner tomó ventaja 3-0 ante un Alcaraz errático, que encadenó tres roturas en sus últimos cuatro turnos de saque. A pesar de una reacción del murciano, el italiano forzó y ganó el ‘tie-break’. Dos sets arriba, invicto en los 19 anteriores del torneo, parecía inquebrantable.
Pero Alcaraz cambió la dinámica. Se soltó, habló desde la distancia con su entrenador Juan Carlos Ferrero, y ganó la tercera manga con temple y agresividad. El cuarto set fue una montaña rusa: Sinner llegó a tener 5-3 y tres bolas de partido, pero el español resistió. Forzó el ‘tie-break’ y lo ganó con autoridad.
Ya en el quinto, la Philippe Chatrier se volcó con Carlitos. El ambiente era claramente favorable al murciano, que transmitía emoción, lucha y carisma. El público coreaba su nombre. Sinner llegó a romper cuando Alcaraz servía para ganar, pero todo se definió en un súper ‘tie-break’ a diez puntos. Allí, el español fue implacable. La copa estaba destinada para él. Incluso Andre Agassi, presente en el palco, deseaba entregársela. Su deseo se cumplió.
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/José Pablo Verdugo