NASA y científicos del Jet Propulsion Laboratory (JPL) han identificado una misteriosa anomalía en la atmósfera de Titán, la mayor luna de Saturno, que plantea interrogantes sobre posibles procesos biológicos aún no comprendidos. El hallazgo surge del análisis de datos recopilados por la sonda Cassini antes de su final en 2017, ahora revisados con nuevas herramientas de inteligencia artificial.
El fenómeno detectado involucra la presencia inesperada y sostenida de hidrocarburos complejos —como ciclohexano y etano— en zonas altas de la atmósfera donde deberían descomponerse rápidamente por la radiación solar. Sin embargo, las concentraciones no solo se mantienen, sino que parecen aumentar en ciertos momentos.
“Los modelos predicen que estas moléculas tendrían una vida útil muy corta, pero se están manteniendo e incluso parecen regenerarse”, explicó la astrobióloga Sarah Hörst, de la Universidad Johns Hopkins, líder del equipo investigador.
¿Vida en un mundo de metano?
Aunque los científicos son cautos en sus interpretaciones, una de las hipótesis más audaces es la posibilidad de procesos microbianos ocultos que estarían produciendo o reciclando estos compuestos, en un entorno completamente ajeno al agua líquida. Titán, con su temperatura superficial promedio de -179 °C y lagos de metano y etano, ha sido por años un candidato intrigante para imaginar formas de vida alternativas.
Titán es el único cuerpo del sistema solar, además de la Tierra, que alberga líquidos estables en su superficie. Este ambiente exótico ha llevado a algunos expertos a plantear la existencia de organismos hipotéticos que podrían sobrevivir —e incluso prosperar— en una “sopa fría” de hidrocarburos.
Cassini y los datos que siguen revelando secretos
La anomalía fue detectada al revisar antiguos registros de Cassini con algoritmos de aprendizaje automático, que identificaron patrones químicos que escapaban a los modelos atmosféricos tradicionales. La NASA ahora trabaja con simulaciones climáticas tridimensionales para reproducir el fenómeno, sin éxito hasta ahora.
Este hallazgo coincide con la preparación de la misión Dragonfly, un dron autónomo que aterrizará en Titán en 2034. Diseñado para explorar distintos puntos del terreno y analizar su atmósfera, este vehículo podría ajustar su itinerario para investigar regiones donde se detecten concentraciones más altas de estos compuestos inusuales.
Una incógnita que desafía la ciencia
Los investigadores enfatizan que aún no existen pruebas de vida en Titán, pero la persistencia de los hidrocarburos en lugares donde deberían desaparecer sigue sin explicación. Podría tratarse de un fenómeno atmosférico desconocido, efectos del campo magnético de Saturno o reacciones químicas nuevas, pero hasta ahora ningún modelo logra replicar el patrón observado.
“Cuando algo no encaja con la teoría, hay dos caminos: ajustar el modelo… o considerar que hay algo más”, concluyen desde el equipo del JPL.
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