El discurso del candidato independiente de izquierda, Eduardo Artés, introduce una variable crítica en el análisis del panorama electoral: la advertencia explícita de ingobernabilidad para proyectos políticos radicales. Sus declaraciones trascienden la crítica programática tradicional para plantear un escenario de confrontación directa, añadiendo una capa de complejidad al ya fracturado panorama político chileno.

La Advertencia como Eje Central

Artés no solo critica las propuestas de Kast y Kaiser; pronostica su fracaso operativo bajo la presión social. Su afirmación de que un gobierno de derecha radical “van a durar menos que un gusano en el pico de un pájaro” y que “no contaría con la estabilidad necesaria para gobernar” es una declaración estratégica. Al evocar la movilización social que “sacó a Pinochet”, Artés busca, simultáneamente:

  1. Movilizar a su base electoral: Ofreciendo un relato de resistencia activa.

  2. Disuadir a votantes moderados: Presentando un voto por la derecha radical como un salto al vacío que desencadenaría una crisis de gobernabilidad.

El Espejo Regional y la Autocrítica

Su análisis se sustenta en un marco comparativo. Al mencionar las crisis en Perú, Ecuador y Argentina, Artés enmarca la posibilidad de un gobierno de Kast o Kaiser dentro de una tendencia regional de rechazo a modelos neoliberales. Sin embargo, su planteamiento es notablemente reflexivo: admite que su propio proyecto, de ganar, enfrentaría la misma lógica de poder establecido, anticipando que “en menos de un mes o dos meses me dan un golpe de Estado”. Esta concesión inusual le otorga un tono de realismo político, sugiriendo que cualquier proyecto transformador—ya sea de izquierda o de derecha—choca con los límites del sistema.

La Estrategia Tras una Candidatura de Bajo Apoyo

Aunque las encuestas le otorgan una baja intención de voto, Artés aclara que su objetivo no es únicamente competir, sino “instalar un proyecto de transformación revolucionaria”. En este sentido, su candidatura funciona como un instrumento de presión programática. Al dejar abierta la posibilidad de apoyar a Jeannette Jara (oficialismo) en segunda vuelta, pero con condiciones estrictas—como la recuperación de los recursos naturales y la industrialización del país—, posiciona su movimiento como un potencial aliado crítico. Exigir “un cambio bastante profundo en su programa” es una jugada para torcer el brazo del oficialismo hacia posiciones más radicales, utilizando su eventual apoyo como moneda de cambio.

Conclusión General: Un Tablero en Máxima Tensión

La incorporación del discurso de Artés completa un escenario donde la polarización no es solo ideológica, sino que conlleva advertencias explícitas de conflicto social. Mientras la derecha radical (Kast, Kaiser) evita definirse sobre Bachelet/ONU por cálculo electoral, y la centroderecha (Matthei) busca redirigir la agenda hacia problemas domésticos, la izquierda radical (Artés) plantea abiertamente la inviabilidad de gobiernos que no negocien con las demandas sociales profundas.

En resumen, el campo electoral chileno se configura como un juego de alta tensión, donde cada candidato no solo promete un programa de gobierno, sino que también anticipa—o incluso amenaza con—los distintos tipos de crisis política que seguirían a la victoria de sus oponentes. La estabilidad del próximo gobierno, sea quien sea el vencedor, aparece como la incógnita central.

 

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