Desde el S. IX, nuestra civilización Cristiano Occidental celebra el primer día de noviembre “El Día de Todos los Santos”, festividad originalmente dedicada a los mártires, y hoy considerada una invitación a dar gracias por quienes nos precedieron: padres, abuelos, amigos, maestros… en suma, personas que nos dejaron una huella. Para nosotros, sus vidas siguen siendo luz y ejemplo; su recuerdo en ningún caso intenta hacernos vivir en el pasado, sino esencialmente para mantener viva su presencia en nuestro modo de ser y de vivir.
Reflexionar sobre ello debe ayudarnos a valorar con mayor intensidad el presente, a reconciliarnos con lo que somos, y especialmente a vivir con esperanza… Más allá de la fe o la religión que cada uno de nosotros profese, se trata de estar conscientes que en la vida de los hombres hay aspectos que trascienden el tiempo y el espacio.
Las razones anteriores han motivado a esta pluma a presentar a sus leales contertulios y fieles lectores, en esta precisa oportunidad, su última obra “UN SOLDADO NUNCA MUERE”. Son 200 páginas que no narran una historia individual, sino una memoria colectiva, relatada por un veterano soldado imaginario, sobre aquellos camaradas que a través del tiempo han vestido el uniforme militar con dignidad, orgullo y honor.

“Un soldado nunca muere porque su recuerdo vive en el corazón de sus camaradas, en la tierra cuya libertad defendió con su vida y en la bandera a la que honró, la misma tricolor que lo cubrió cuando paso a integrar el batallón de los de ayer…”.
“Somos chispas de eternidad viviendo un momento en el tiempo”.
(Interesados en esta obra, pueden solicitarla por este mismo medio o a clg@qualy.cl)
Por Cristián Labbé Galilea
/psg

