En los últimos años, un creciente número de millonarios tecnológicos y altos ejecutivos del sector digital ha intensificado la adquisición y construcción de búnkeres de lujo y refugios fortificados en regiones remotas del planeta. La tendencia, impulsada por el temor a amenazas como el avance de una inteligencia artificial general (AGI) fuera de control, el colapso social o el cambio climático, refleja una nueva forma de entender la supervivencia: un privilegio exclusivo reservado para los más ricos, según reportó la revista Wired.

La inteligencia artificial, eje del temor tecnológico

De acuerdo con Wired y The New Yorker, una de las principales motivaciones detrás de esta ola de inversiones en refugios de alta seguridad es el temor al surgimiento de la inteligencia artificial general (AGI), una versión avanzada de la IA capaz de superar las capacidades humanas.

El propio Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, reconoció públicamente que una AGI descontrolada podría desencadenar un desastre global. En declaraciones a The New Yorker, Altman admitió mantener reservas de armas, oro, equipos de comunicación y propiedades remotas como medida preventiva ante un eventual escenario de emergencia.

El temor no es aislado. Ilya Sutskever, exdirector científico de OpenAI, también habría sugerido a su equipo construir un refugio subterráneo destinado a proteger a los principales científicos de la organización antes de presentar una AGI al mundo, según relató la periodista Karen Hao en su libro Empire of AI.

Mientras figuras como Altman prevén que la AGI podría desarrollarse en los próximos cinco a diez años, la comunidad científica se muestra más cautelosa. Según The Economic Times, la mayoría de los expertos académicos sostiene que aún existen obstáculos técnicos significativos y que la superinteligencia artificial no está cerca de materializarse.

Analistas citados por The New Yorker sugieren, además, que esta narrativa apocalíptica sobre los riesgos de la IA también sirve como estrategia de marketing y herramienta para atraer inversiones en el competitivo sector tecnológico.

El auge de los refugios: miedo, lujo y autosuficiencia

El temor a un colapso social global —ya sea por guerras, migraciones masivas o disturbios civiles— y la aceleración del cambio climático son otros factores que han impulsado esta nueva fiebre por los refugios.

Los búnkeres de la élite se diseñan bajo criterios de autosuficiencia energética y alimentaria, con ubicaciones estratégicas en zonas políticamente estables y alejadas de grandes centros urbanos, como Nueva Zelanda o Hawái, indica Wired.

Zuckerberg, Thiel y Hoffman: los ejemplos más notorios

Uno de los casos más emblemáticos es el del director ejecutivo de Meta, Mark Zuckerberg, quien desde 2014 lidera la construcción de un complejo de 565 hectáreas en la isla de Kauai, Hawái, conocido como Koolau Ranch.

Según Wired, el proyecto incluye un refugio subterráneo de 465 metros cuadrados, autosuficiente en energía y alimentos, rodeado por un muro de casi dos metros de altura. Todo el personal involucrado en la construcción firmó acuerdos de confidencialidad estrictos.

Zuckerberg, sin embargo, ha negado que se trate de un búnker apocalíptico, describiéndolo como “solo un sótano”, aunque medios especializados aseguran que se trata de una infraestructura pensada para resistir escenarios extremos.

El empresario también posee once propiedades en Palo Alto, California, donde habría construido otro refugio subterráneo de 650 metros cuadrados, apodado por los vecinos como la “cueva del multimillonario”. Este espacio estaría diseñado para emergencias locales, mientras que el complejo hawaiano cumpliría un rol estratégico de largo plazo ante un posible colapso global.

Por su parte, Peter Thiel, fundador de Palantir y uno de los primeros inversores de Facebook, ha adquirido la ciudadanía neozelandesa y grandes extensiones de tierra en ese país, buscando refugiarse ante un posible colapso social, según The Economic Times.

El cofundador de LinkedIn, Reid Hoffman, popularizó el concepto de “seguro apocalíptico” y estima que más de la mitad de los ultrarricos de Silicon Valley ya cuentan con propiedades adaptadas para sobrevivir a una crisis global. “Decir que compras una casa en Nueva Zelanda es casi un guiño, una señal tácita”, citó The Economic Times.

La magnitud de este fenómeno llevó al gobierno neozelandés a restringir la compra de tierras por parte de extranjeros, ante el temor de convertirse en el destino de escape de la élite mundial.

El “seguro apocalíptico”: una nueva economía de la supervivencia

La lógica detrás de esta tendencia responde al principio del “seguro apocalíptico”, una estrategia financiera que busca proteger el patrimonio ante riesgos sistémicos. Según Hoffman, la compra de refugios y tierras remotas funciona como una cobertura frente al colapso económico, manteniendo un “valor de supervivencia” incluso cuando los mercados se derrumban.

La empresa SAFE (Strategically Armored & Fortified Environments), citada por Wired, ha desarrollado refugios de lujo capaces de albergar a centenares de personas, con precios que alcanzan los 20 millones de euros por unidad. Estos incluyen sistemas gourmet de alimentación, centros de entretenimiento digital e incluso circuitos privados de Fórmula 1.

De acuerdo con Empire of AI, estos proyectos reflejan una visión tecnocrática y transhumanista, en la que los líderes del sector tecnológico buscan trascender las limitaciones humanas mediante el control absoluto del entorno físico.

Desigualdad y debate ético: la “falacia del búnker”

El auge de los refugios fortificados pone en evidencia la creciente desigualdad global, transformando la seguridad personal en un bien exclusivo de los más ricos, señala The Economic Times.

Durante 2024, la riqueza de la élite mundial aumentó en dos billones de euros, según un informe de SAFE. En este contexto, los búnkeres actúan como un “foso protector” del capital, garantizando que, incluso en el peor escenario, las consecuencias del colapso se distribuyan de acuerdo con la fortuna de cada individuo.

La opacidad que rodea a estos proyectos —y las negaciones públicas de figuras como Zuckerberg— alimentan la desconfianza social y las sospechas de que los multimillonarios disponen de información privilegiada sobre amenazas globales.

No obstante, expertos citados por The New Yorker y Empire of AI advierten sobre la llamada “falacia del búnker”: la idea de que la supervivencia en un mundo colapsado puede garantizarse de forma individual. Según los especialistas, la supervivencia real depende de la cooperación y la comunidad, no solo de recursos materiales o tecnología.

Una tendencia entre el miedo y la gestión del riesgo

El boom de los búnkeres entre los multimillonarios tecnológicos combina ansiedad existencial, gestión de riesgo financiero y ostentación de riqueza extrema. Mientras los actores con mayor capacidad para afrontar y mitigar las amenazas globales eligen refugiarse en enclaves privados, el debate sobre la eficacia, la ética y el sentido de esta tendencia sigue abierto.

En última instancia, el auge de los refugios fortificados refleja no solo el miedo al futuro tecnológico, sino también una profunda brecha entre quienes pueden comprar la seguridad y quienes deberán enfrentar las consecuencias colectivas del colapso.

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