La primera vuelta presidencial no solo reconfiguró el tablero político, sino que actuó como un catalizador para episodios del pasado que regresan con fuerza renovada. Tras los resultados, han resurgido con virulencia en redes sociales como X e Instagram una serie de videos del sociólogo Darío Quiroga, jefe de campaña de Jeannette Jara, donde realiza una crítica mordaz y personal contra Franco Parisi y su entorno. Estas declaraciones, grabadas en abril y junio para el podcast “Ultrasolo” de Turno, de Nicolás Copano, trascienden lo anecdótico para convertirse en un síntoma de los diagnósticos erróneos que plagaron la lectura del escenario electoral.
El Análisis que Subestimó al Electorado: Una Proyección Fallida y sus Consecuencias
El núcleo de la controversia no reside solo en el tono despectivo, sino en la falibilidad de un análisis que, desde una supuesta superioridad intelectual, minimizó la base de apoyo de Parisi. Quiroga, en su rol de analista, descalificó al Partido de la Gente (PDG) como una estructura “muy chanta” y “pobre”, al tiempo que intentó encasillar a su líder en un espectro de ultraderecha ya saturado. Sus afirmaciones del 16 de abril —“ese espacio de ultraderecha despolitizada lo ocupa más Kaiser, la ultraderecha más ideológica la usa más Kast y la derecha más tradicional es Matthei. Tiene poco juego”— proyectaron un techo inexistente para Parisi, quien finalmente capturó el 19,71% de los votos, equivalentes a 2.552.649 chilenos.
Este error de cálculo no fue marginal; refleja una incomprensión profunda del malestar ciudadano y de la capacidad de figuras antipolíticas como Parisi para canalizar el descontento más allá de las categorías ideológicas tradicionales. Al tildar su expresión como una “versión muy degradada” de la política, Quiroga no logró ver la potencia de un mensaje que resonó en un electorado significativo, desnudando así la brecha que a veces existe entre el análisis de coyuntura y la realidad social.
El Tonel Despectivo: La Crítica Personal como Estrategia Contraproducente
Más allá del análisis electoral fallido, los comentarios de Quiroga adquieren una carga adicional por su naturaleza personal y clasista. Al referirse a Zandra Parisi, hermana del candidato y actual diputada electa, realizó comentarios sobre su nombre —“No sé si por razones de inmigración o por razones de flaiterío”— que hoy se leen como un grave error táctico y un reflejo de prejuicios inaceptables en la esfera pública. Esta descalificación, que en su momento pudo parecer un recurso retórico dentro de un podcast, hoy se proyecta sobre la figura de Jeannette Jara, cuya campaña él dirige, generando un ruido político innecesario y dañino.
La ironía con la que recibió un video de Parisi —“Pero mira por favor, ¿qué vamos a hacer con esta gente? Qué horror”— completa un cuadro de incomprensión. Lejos de ser un gesto aislado, este menosprecio hacia los símbolos y el lenguaje de una franja del electorado contribuye a alimentar la narrativa de una élite política y mediática desconectada de las sensibilidades populares, el mismo caldo de cultivo que fortalece a figuras como Parisi.
La Paradoja del Reencuentro: De la Descalificación a la Disculpa Pública
El cierre de este episodio no podía ser más elocuente. El 4 de noviembre, Quiroga y Zandra Parisi compartieron mesa en un debate de Archi, un encuentro que simboliza la colisión entre el análisis desde fuera y la realidad política concreta. Según fuentes del PDG, Quiroga se disculpó y Parisi dio el asunto por superado. Sin embargo, la viralización post-elección demuestra que en la era digital, las palabras tienen una larga vida, y los juicios emitidos desde un estudio pueden regresar para definir, o dañar, las percepciones en un momento crucial de la contienda electoral.
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