¿Quién no ha jugado, siendo niño, a cerrar los ojos e intentar avanzar por la habitación sin trastabillarse? Un entretenimiento que demostraba cuán importante es el sentido de la vista para el ser humano y nos hacía conscientes lo que supone su deterioro. Conocedores de su importancia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó, en 2020, el Informe Mundial sobre la Visión. El documento señala que, al menos, 2.200 millones de personas padecen deficiencia visual o ceguera y, de ellas, cerca de 1.000 millones tienen una deficiencia visual que podría haberse evitado o que aún no se ha tratado.

El texto apunta que el crecimiento y envejecimiento de la población, junto con los cambios de comportamiento y de estilo de vida y la urbanización “incrementarán notablemente el número de personas con afecciones oculares, deficiencia visual y ceguera en las próximas décadas”.

Para mantener la vista en las mejores condiciones posibles no solo es conveniente hacer un seguimiento de la vista, visitando regularmente a los profesionales de este ámbito, sino también prestar atención a las enfermedades, que pueden afectarla, y, además, a nuestra dieta diaria que, sin lugar a dudas, es un elemento muy a tener en cuenta para mantener la salud ocular en el mejor estado posible.

Existen enfermedades oculares cuya aparición y progresión puede estar relacionada con algunas dolencias donde la alimentación puede influir en su buen o mal progreso. Un ejemplo podría ser la diabetes, pues si los niveles de azúcar en sangre son altos de forma continuada, lo que se conoce como hiperglucemia crónica, pueden ocasionar múltiples complicaciones, entre ellas, la retinopatía diabética. Algunos alimentos provocan picos rápidos de azúcar en sangre (índice glucémico alto) y otros aumentan el azúcar en sangre de forma más moderada (índice glucémico bajo). “El consumo de estos segundos ayuda a mantener un mejor control del azúcar en sangre a los pacientes con diabetes y, por tanto, ayudará a prevenir las complicaciones asociadas a dicha dolencia”, sostiene Adolfo Espino, oftalmólogo del Hospital Universitario de Fuenlabrada.

Por otro lado, en los pacientes que tienen riesgo de padecer degeneración macular asociada a la edad (DMAE), o que ya la padecen en un estadio precoz, “es conveniente disminuir el riesgo cardiovascular, por su relación con la aparición y progresión de dicha enfermedad macular. En estos casos, se aconseja eliminar o disminuir al máximo el consumo de carnes rojas”, explica Espino.

Asimismo, en el caso de la DMAE “una dieta pobre en carotenoides naturales, que obtenemos principalmente de fruta colorida y verdura de hoja verde, o en nutrientes antioxidantes como las vitaminas A, C y E puede conllevar la progresión de la misma”, advierte este oftalmólogo. En este punto hay que tener en cuenta el riesgo que suponen las dietas restrictivas o monoalimento para el desarrollo de problemas de salud en general asociados a la carencia de nutrientes. “En el caso de la vista, estaría la malabsorción de vitaminas liposolubles (A y E) o de la vitamina B1 (tiamina) en pacientes sometidos a cirugía con derivación intestinal para el tratamiento de la obesidad”, advierte.

Ciertos nutrientes ayudan

Hay estudios clínicos que relacionan el consumo de ciertos micronutrientes con un efecto beneficioso sobre la vista. “Algunos de esos nutrientes serían la vitamina C, el zinc, la luteína, la zeaxantina y los ácidos grasos omega 3”, declara Fernando González del Valle, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital La Mancha-Centro de Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Naranjas, kiwis, fresas, tomates y brócoli son alimentos ricos en vitamina C.

Para tener una buena reserva de vitamina E deberíamos tomar aguacates, almendras y aceite de oliva. El zinc, que también es muy importante a nivel ocular, se encuentra en los lácteos, las legumbres, las nueces, los huevos y el marisco. La luteína y zeaxantina son muy necesarios para la función de la parte más noble de la retina y están en el brócoli, la col, las espinacas, las acelgas, los espárragos, las frambuesas, el mango, la papaya y la lechuga. Los ácidos grasos omega 3 son muy abundantes en los pescados azules.

Una dieta adecuada y equilibrada, que nos ayuda a controlar el sobrepeso, y evitar el tabaquismo y otros hábitos tóxicos, serían suficiente para evitar déficits de micronutrientes que pudieran estar implicados en problemas visuales. “Sin embargo, los pacientes con DMAE pueden beneficiarse de suplementos alimenticios, que deben ser pautados por un médico oftalmólogo que podrían favorecer un curso más benigno de esta grave enfermedad ocular”, incide González.

El estudio AREDS-2, un ensayo clínico multicéntrico aleatorizado realizado sobre un amplio número de pacientes, ha permitido conocer qué suplementación de vitaminas y minerales es adecuada en composición y cantidad para reducir el riesgo de progresión de la DMAE. “Por consenso, entre las distintas sociedades médicas y basado en la evidencia científica, se recomienda la suplementación con vitaminas y minerales en los pacientes con formas de DMAE en un estadio intermedio para prevenir que progrese a formas avanzadas con grave pérdida visual irreversible”, añade el especialista del Hospital Universitario de Fuenlabrada. Asimismo, este oftalmólogo aconseja elegir, dentro de la amplia oferta de suplementos vitamínicos para prevenir la pérdida visual en los pacientes con DMAE intermedia, aquéllos que claramente respetan la composición y cantidad de cada nutriente propuesto por el estudio AREDS-2 en un solo comprimido. “Esto es de suma importancia, pues el objetivo es ofrecer un tratamiento crónico que solo conlleve tomar un comprimido diario, facilitando el cumplimiento por parte del paciente”, agrega.

/psg