La postura de una persona nos puede transmitir muchas emociones en una primera impresión, como seguridad o inseguridad, amenaza o bondad, e incluso nerviosismo o tranquilidad. Pero la postura que adoptamos nosotros mismos también tiene un gran efecto a nivel interno y neuronal.
La neurociencia estudia el cerebro, su comportamiento, su manera de funcionar y cómo está conectado con otras partes y funciones del cuerpo. Así, hay varios estudios que se centran en cómo el movimiento y la postura afectan a nuestro estado de ánimo. El cerebro está conectado con funciones corporales involuntarias, como la presión arterial y los latidos del corazón, y estas influyen en cómo nos sentimos y cómo recordamos y rendimos mejor o peor.
Uno de los estudios que cubre esta teoría se realizó en el Departamento de Psicología Clínica de la Universidad de Hildesheim, en Alemania. El estudio se centraba en demostrar cómo el sistema motor, según la postura, afectaba a los procesos emocionales. Así, se hizo una prueba con pacientes deprimidos, 30 en total, de los cuales la mitad se sentaron de manera desplomada (deprimida) y la otra mitad en postura erguida (no deprimida).
Sentarse erguido es la clave
Se les pidió que se visualizasen a sí mismos en ese momento, mientras se les iba presentando en una pantalla de ordenador varias palabras positivas o negativas relacionadas con la depresión. Al finalizar, se les pidió que recordasen las palabras leídas. Aquellos pacientes que se sentaron erguidos tendían a recordar de manera imparcial y equitativa las expresiones positivas y negativas. Por su parte, los pacientes que se sentaron encorvados mostraron un recuerdo sesgado y recordaban más palabras negativas.
| Las personas sentadas erguidas recordaban mejor que las encorvadas
La conclusión de este estudio confirmó que un cambio menor en el sistema motor puede afectar a la memoria y a la manera en la que memorizamos. Otro estudio posterior, ejecutado por el Departamento de Psicología de la Educación e Investigación sobre la Excelencia de la Universidad Friedrich-Alexander Erlangen-Nürnberg, en Alemania, refuerza esta teoría.
Este estudio, que tomó a 82 alumnos de la universidad, de 20 años de edad, demostró que una buena postura al estar sentados mejoraba el estado de ánimo, aumentaba la concentración y reducía la presión arterial. A los alumnos no se les dijo que se evaluaría su postura, sino su capacidad de concentración. De esta manera, el estudio no condicionaba a sentarse en ninguna postura en particular, sino que evaluaba la postura natural de cada alumno según la altura del escritorio y la silla, que variaba entre participantes.
Mayor velocidad de pensamiento
Aquellos que se sentaban erguidos calificaron su estado de ánimo general como 3,77 sobre cinco, mientras que los que se sentaron encorvados calificaron su ánimo de 3,43 sobre cinco. Además, aquellos que se sentaron erguidos presentaron una mayor velocidad de procesamiento que los que no lo hicieron. Ahora cobra más sentido cuando nuestras madres nos decían que nos “sentásemos rectos”.
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