Una de las razones de por qué Chile hace noticia cada cierto tiempo es por la astronomía. Y es que la nación austral cuenta con cielos excepcionalmente claros y libres de contaminación lumínica, sobre todo en el norte. Y, a raíz de aquello, es que el país se ha convertido con los años en un atractivo global para la instalación de algunos de los telescopios más avanzados del mundo. A su vez también es cuna de grandes astrónomos, que contribuyen con los estudios detrás de estos magnos aparatos. En ese contexto, los avances de Chile en el campo de la astronomía se han visto potenciados recientemente con las contribuciones al proyecto del Telescopio Espacial James Webb (JWST), la misión astronómica más ambiciosa y compleja hasta la fecha.
Recordemos que el JWST opera desde el espacio, pero aún así los astrónomos chilenos y la infraestructura astronómica del país se han convertido en un complemento importante para su entendimiento. Por ejemplo, recientemente lograron observar la formación explosiva de estrellas en la galaxia Messier 82 (M82), situada a 12 millones de años luz en la constelación de la Osa Mayor, lo que marca todo un hito para el rubro.
El descubrimiento de Chile en la galaxia Messier 82
Un equipo de astrónomos liderado por Rodrigo Herrera-Camus y Vicente Villanueva de la Universidad de Concepción y el Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA) en Chile, decidió utilizar el telescopio James Webb de la NASA para sus estudios compartidos en una publicación reciente en The Astrophysical Journal.
¿El resultado? Descubrir la formación explosiva de nuevas estrellas en la galaxia Messier 82 (M82). Esta galaxia, ubicada en la constelación Osa Mayor a 12 millones de años luz de distancia, es conocida por su extraordinaria tasa de formación estelar, diez veces superior a la de nuestra Vía Láctea.
De esta forma, la investigación revela cómo las supernovas en el núcleo de M82 expulsan gas y polvo a velocidades impresionantes, un proceso que podría cambiar nuestra comprensión sobre cómo evolucionan las galaxias, además de explicar la formación de cúmulos estelares jóvenes y su capacidad para generar tales fenómenos.
¿Cómo lo lograron?
El telescopio James Webb posee una cámara infrarroja, y gracias a ello se pudo identificar concentraciones de hierro -posiblemente restos de supernovas- y manchas que indicaban la presencia de hidrógeno molecular, iluminado por estrellas jóvenes cercanas. Este nivel de detalle – inaccesible hasta ahora-, refuerza el poder del Webb para capturar imágenes de estrellas individuales o cúmulos estelares dentro de galaxias distantes.
Además, la colaboración internacional, dirigida por Alberto Bolatto de la Universidad de Maryland, se centró en M82 debido a su intensa actividad de formación estelar y que ya había sido observada por los telescopios Spitzer y Hubble.
Con todo, dentro de los alcances del descubrimiento está el poder profundizar en cómo los vientos galácticos contribuyen a la formación estelar, que según Herrera-Camus es fundamental para la creación de nuevas estrellas.
“Si este material ya no está presente en el disco, la galaxia dejará de formar nuevas estrellas y entrará en una fase de evolución muy lenta. Esto es lo que conocemos como la muerte de una galaxia”, afirmó el investigador según replica un medio local.
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