Uno de los mayores misterios de la astronomía moderna ocurrió en 1936. Una estrella, parte de un sistema estelar doble, llamado FU Orionis, de la nada incrementó la intensidad de su luz mil veces. Los científicos de aquel entonces, y los de ahora, no lograron comprender por qué ocurrió este fenómeno, hasta una reciente investigación con el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), de Chile, como protagonista.
Los expertos explicaron que este comportamiento, común en las estrellas moribundas, nunca se había observado en una estrella joven como FU Orionis, de ahí que el fenómeno motivara la creación de una nueva categoría para este tipo de estrellas, conocidas hoy como estrellas FUor.
Gracias a ese fenómeno de hace 88 años, se sabe que este tipo de estrellas emiten llamaradas repentinas y luminosas y, años después, vuelven a atenuarse. Ahora, gracias al alcance del observatorio ALMA de Chile se sabe que este comportamiento se debe a que las estrellas absorben energía de su entorno mediante acreción gravitacional, la principal fuerza que da forma a los planetas y estrellas.
Sin embargo, no se había logrado explicar cómo ni cuándo las estrellas lograban esta proeza. “Finalmente logramos entender cómo estas jóvenes estrellas en erupción reconstituyen su masa”, sostiene Antonio Hales, subgerente del centro regional de ALMA para Norteamérica, científico del Observatorio Radioastronómico Nacional de Estados Unidos y autor principal de este estudio, publicado hoy en The Astrophysical Journal.
“Por primera vez, tenemos pruebas observacionales directas del material que alimenta las erupciones”, agrega, según un reporte del sitio oficial del ALMA.
Las herramientas del ALMA le dieron a los científicos la capacidad de observar un largo y delgado flujo de monóxido de carbono desplazándose hacia FU Orionis.
Entonces, como el gas no parecía ser suficiente para alimentar la erupción en curso, los expertos definieron que el flujo de acreción es el remanente de un flujo mucho más grande que alcanzó el joven sistema estelar anteriormente. “Es posible que la interacción con un flujo de gas más grande en el pasado haya desestabilizado el sistema y causado el incremento de luminosidad”, explica Antonio Hales.
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