Una dieta equilibrada es fundamental para mantener la salud en general, pero especialmente en la prevención del cáncer. Los expertos en oncología han investigado durante años la relación entre la alimentación y el desarrollo de esta enfermedad, encontrando vínculos significativos entre ciertos alimentos y el aumento del riesgo de cáncer.
Tomar una copa de vino, una hamburguesa con extra queso o un pastel pueden ser alimentos perjudiciales para la salud. Los expertos en cáncer señalaron 4 alimentos que no deberías comer para reducir el riesgo de cáncer.
4 alimentos que los expertos en cáncer no quieren que comas
El cáncer es una enfermedad crónica no transmisible, producida por un descontrol en el crecimiento normal de las células en el organismo y que, en etapas avanzadas de la enfermedad, se pueden multiplicar e invadir tejidos cercanos y distantes, lo que se denomina metástasis.
Poco antes de la pandemia, el cáncer se instaló en Chile como la primera causa de muerte en el país. El último muestreo del Departamento de Estadísticas e Información en Salud del Minsal (Deis) informó que cada año mueren cerca de 28.000 personas a causa de esta enfermedad.
Un porcentaje importante de cánceres pueden tratarse mediante cirugía, radioterapia o quimioterapia, especialmente si se detectan en una fase temprana, pero lo más relevante es que muchos de ellos se podrían prevenir.
La alimentación saludable juega un papel fundamental en la prevención del cáncer por varios factores, como ayudar a controlar el peso corporal, proporcionar nutrientes y fitoquímicos protectores, promover la salud intestinal y reducir otros factores de riesgo relacionados con la enfermedad. Además, una dieta equilibrada puede contribuir a mantener niveles saludables de azúcar en sangre, colesterol y presión arterial, lo que también puede influir en el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer.
Y así como hay alimentos que son beneficiosos para la salud, hay otros que la empeoran. Los expertos en cáncer afirman que se puede reducir el riesgo de cáncer eliminando ciertas cosas de la dieta.
1. Carne procesada
La carne procesada, como salchichas, tocino, salame, chorizo, jamón y embutidos, ha sido vinculada con un mayor riesgo de cáncer, especialmente de colon. Estos productos contienen conservantes y aditivos que pueden generar compuestos cancerígenos cuando se cocinan a altas temperaturas. Además, su alto contenido de grasas saturadas y sodio también contribuye a problemas de salud que pueden aumentar el riesgo de cáncer.
La carne procesada se refiere a cualquier tipo de carne que ha sido sometida a procesamiento para mejorar su sabor, textura, conservación o preparación. Este proceso puede incluir métodos como la salazón, el curado, el ahumado, la fermentación, la adición de conservantes y otros aditivos, así como la molienda y la formación en productos como salchichas o embutidos.
Se han identificado varios posibles mecanismos biológicos que podrían explicar la asociación entre la carne procesada y el cáncer. Por ejemplo, durante la preparación y procesamiento de la carne, se forman compuestos químicos carcinógenos, como las aminas heterocíclicas (HCAs) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs), que pueden dañar el ADN y aumentar el riesgo de cáncer.
Además, cuando se consumen, los nitratos pueden sufrir una reacción que los convierte en una sustancia llamada sustancia química N-nitroso (NOC). Estos pueden dañar las células que recubren el intestino, el órgano que procesa los alimentos, lo que, a su vez, puede conducir al desarrollo de cáncer, explica Cancer Research UK (CRUK).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF), han evaluado la evidencia científica sobre el consumo de carne procesada y han llegado a conclusiones similares. La OMS la clasifica como “carcinógeno de clase uno”, al mismo nivel que el tabaco y el alcohol.
Lo que significa que la evidencia de que la carne procesada causa cáncer es tan sólida como la evidencia de que el alcohol y el tabaquismo lo causan, sin embargo, no es que sea tan cancerígena como estas sustancias.
De hecho, Dr. Duane Mellor, portavoz de la Asociación Dietética Británica (BDA) explicó a DailyMail que “el aumento del riesgo de cáncer con la carne procesada es bastante modesto”. “El riesgo se calcula en un 18% por cada 50 gramos adicionales de tocino o salchichas. Parece elevado, pero por cada 1.000 personas podría representar dos casos adicionales de cáncer de colon en aquellos que comen carne roja procesada”.
Pero aunque sea “modesto”, el riesgo sigue presente, por lo que el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS) recomienda que las personas que comen mucha carne roja y procesada reduzcan su consumo a 70 gramos o menos por día, lo que equivale a tres rebanadas de jamón, dos de tocino y una pequeña hamburguesa de ternera.
2. Alcohol
El consumo de alcohol está relacionado con varios tipos de cáncer, incluyendo el de hígado, mama, colon, y esófago. El etanol, presente en todas las bebidas alcohólicas, puede dañar el ADN de las células, aumentando el riesgo de mutaciones que conducen al cáncer. Además, el alcohol puede interferir con la absorción de ciertos nutrientes esenciales y debilitar el sistema inmunológico.
Matthew Lambert, nutricionista y gerente de promoción e información de salud del Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF), dijo a DailyMail que existen pruebas sólidas de que cualquier tipo de alcohol causa al menos seis tipos de cáncer, incluido el de mama e intestino.
Cuando el cuerpo metaboliza el alcohol, uno de los principales productos intermedios es el acetaldehído, que es una sustancia química tóxica y carcinógena. El acetaldehído puede dañar el ADN de las células y dificultar su reparación, lo que aumenta el riesgo de mutaciones y la formación de células cancerosas.
“Dado que incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden aumentar el riesgo de cáncer, recomendamos no beber nada de alcohol. Para algunos tipos de cáncer, el alcohol es especialmente perjudicial si además se fuma”, dijo Lambert.
La OMS clasifica el alcohol como un carcinógeno de Grupo 1, lo que significa que hay evidencia suficiente para afirmar que es cancerígeno en humanos. Un análisis estadístico publicado en BMC Public Health en 2019 sugirió que beber una botella de vino a la semana equivale a fumar hasta diez cigarrillos en el mismo período en términos de riesgo de cáncer.
El consumo de alcohol puede interferir con el metabolismo de ciertos nutrientes esenciales, como las vitaminas del complejo B (especialmente el ácido fólico), el zinc y la vitamina C. Esta disrupción del metabolismo de los nutrientes puede afectar negativamente la función celular y el sistema inmunológico, lo que aumenta el riesgo de cáncer.
Además, puede aumentar los niveles de estrés oxidativo en el cuerpo, lo que lleva a una acumulación de radicales libres y daño celular. Este estrés oxidativo puede desencadenar procesos inflamatorios crónicos y contribuir al desarrollo de cáncer.
El Dr. Mellor dijo a Dailymail: “Hay una sugerencia del Departamento de Salud del Reino Unido de que no existe una ingesta segura de alcohol. Entonces, en teoría, lo mejor es no beber alcohol en absoluto”. “Sin embargo, muchas personas disfrutan de una bebida, por lo que se sugieren límites recomendados de 14 unidades por semana, esto intenta equilibrar el nivel de riesgo con un reconocimiento de cómo las personas eligen vivir sus vidas”.
3. Carne roja
Aunque la carne roja es una fuente importante de proteínas y nutrientes como hierro y zinc, su consumo en exceso se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer, especialmente de colon y próstata. Los compuestos presentes en la carne roja, como las nitrosaminas y los hidrocarburos aromáticos policíclicos, pueden desencadenar procesos carcinogénicos en el cuerpo.
“La carne roja no está tan estrechamente relacionada con el cáncer de colon como las carnes procesadas, lo que significa que es un carcinógeno 2A, por lo que posiblemente aumente el riesgo”, afirmó el Dr. Mellor.
La carne roja contiene altos niveles de hemoglobina y hierro hemo, que son formas de hierro presentes en los tejidos musculares de los animales. Estos compuestos pueden promover la formación de radicales libres en el cuerpo, lo que puede dañar las células y el ADN y aumentar el riesgo de cáncer.
“El hemo puede desencadenar la formación de compuestos cancerígenos que, según se ha demostrado, dañan el revestimiento del intestino, lo que puede aumentar el riesgo de cáncer de intestino”, dijo Lambert.
Además, cuando la carne roja se cocina a altas temperaturas, como asar a la parrilla, freír o asar, pueden formarse compuestos químicos carcinógenos, como las aminas heterocíclicas (HCAs) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs). Estos compuestos se generan a partir de reacciones químicas entre los aminoácidos de la carne y los jugos de la carne cuando se expone al calor. Estudios han demostrado que la exposición repetida a estos compuestos puede aumentar el riesgo de cáncer.
El consumo excesivo de carne roja se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. Estas condiciones pueden contribuir a la inflamación crónica y a desequilibrios metabólicos en el cuerpo, que a su vez pueden aumentar el riesgo de cáncer.
También, la carne roja tiende a tener un alto contenido de grasas saturadas y colesterol, especialmente cuando se trata de cortes grasos y carnes procesadas. El consumo excesivo de grasas saturadas y colesterol se ha relacionado con un mayor riesgo de varios tipos de cáncer, incluyendo cáncer de colon, mama y próstata. Al igual que la carne procesada, el NHS también sugiere que las personas solo consuman 70 g de carne roja para equilibrar los beneficios con los posibles riesgos. Los nutrientes que proporciona la carne como proteína, B12, hierro, zinc y otras vitaminas B, se pueden obtener de vegetales como legumbres, nueces, semillas y vegetales de color verde oscuro para obtener hierro.
4. Comida azucarada y frita
Las comidas altas en azúcares refinados y grasas saturadas, como los alimentos fritos y los dulces procesados, pueden promover la inflamación crónica en el cuerpo, lo que a su vez puede contribuir al desarrollo de cáncer. Además, el consumo excesivo de azúcares puede provocar obesidad y desregulación hormonal, factores de riesgo conocidos para varios tipos de cáncer.
Lambert dijo: “Aconsejamos que la gente coma menos alimentos excesivamente procesados y ricos en grasas saturadas, azúcar y sal. Esto incluye alimentos como pasteles, galletas, papas fritas, bebidas azucaradas y comida rápida como pizza y hamburguesas”.
Las comidas azucaradas y fritas tienden a ser altas en calorías, grasas saturadas, grasas trans y azúcares refinados, pero bajos en nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y fibra. Consumir regularmente este tipo de alimentos puede llevar al aumento de peso y la obesidad, que es un factor de riesgo conocido para varios tipos de cáncer, incluyendo el cáncer de colon, mama, riñón, esófago y otros.
Las comidas azucaradas y fritas pueden desencadenar procesos inflamatorios crónicos en el cuerpo debido a su alto contenido de grasas saturadas, grasas trans, azúcares refinados y aditivos. La inflamación crónica puede promover el crecimiento y la proliferación celular anormal, lo que aumenta el riesgo de cáncer.
Lambert advierte que estar demasiado gordo se ha relacionado con al menos 13 tipos de cáncer. “Aunque no hay pruebas de que los dulces puedan causar cáncer directamente, ya que pequeñas cantidades pueden contener muchas calorías y pueden ser fáciles de consumir en exceso, con el tiempo pueden provocar un aumento de peso”, afirmó.
Durante el proceso de fritura, pueden formarse compuestos químicos potencialmente carcinógenos, como acrilamida, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) y heterocíclicos aminas (HCAs), especialmente cuando los alimentos se cocinan a altas temperaturas durante períodos prolongados. Estos compuestos se han relacionado con un mayor riesgo de cáncer, especialmente cáncer colorrectal.
Lambert añadió: “La gente debería intentar comer más alimentos ricos en nutrientes, comiendo al menos cinco porciones de diferentes frutas y verduras cada día, eligiendo versiones integrales de alimentos, legumbres como frijoles y lentejas, y nueces y semillas sin sal”.
“Estos tipos de alimentos son ricos en nutrientes como vitaminas, minerales y fibra, lo que, entre otras cosas, es importante para reducir el riesgo de cáncer de intestino”.
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