La atmósfera de la Tierra es un componente crucial dentro del sistema climático del planeta, ya que actúa como una especie de manta que regula la temperatura de nuestro mundo, protege la vida de la radiación solar más dañina y mantiene el delicado equilibrio necesario para la vida tal como la conocemos. Sin la atmósfera tal y como tenemos ahora, la vida en la Tierra sería un tanto diferente.
¿De qué está hecha nuestra atmósfera?
Resulta que, aunque cuenta con un ingrediente vital para nuestra supervivencia, el oxígeno, realmente es una capa compleja de gases que se extiende hasta aproximadamente 10.000 kilómetros por encima de la superficie. Está compuesta principalmente de nitrógeno y oxígeno, siendo el nitrógeno (N2) aproximadamente el 78 % de la atmósfera de la Tierra que desempeña un papel muy importante en la superficie de la Tierra; es un gas incoloro, inodoro e insípido. Luego, el oxígeno (O2) constituye aproximadamente el 21 % de la atmósfera y es esencial para la supervivencia de la mayoría de las formas de vida.
Las trazas de otros gases que tiene la atmósfera están compuestas por argón (Ar), que constituye aproximadamente el 0,93 % de la atmósfera y que no reacciona fácilmente con otros elementos; dióxido de carbono (CO2) que representa el 0,04 % de la atmósfera y es vital para la fotosíntesis de las plantas -aparte de actuar como gas de efecto invernadero, atrapando el calor y ayudando a regular la temperatura de la Tierra-. También hay vapor de agua (H2O) que puede llegar al 4 % en regiones muy húmedas y pequeñas trazas de otros gases como neón, helio, metano, criptón -aunque de este solo hay un 0,00011 % en la atmósfera terrestre- e hidrógeno en la atmósfera.
Sabiendo de qué está compuesta, pasemos a cuál es el estado actual de la temperatura terrestre gracias a la atmósfera. La temperatura media actual de la Tierra es de aproximadamente 13,9 grados Celsius, lo que resulta ideal para una amplia gama de ecosistemas e incluidas las actividades humanas.
¿Qué factores influyen en la temperatura terrestre?
La atmósfera logra regular la temperatura de la Tierra gracias a varios mecanismos, como el efecto invernadero, por el que ciertos gases de la atmósfera, como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el vapor de agua (H2O), atrapan el calor del sol, permitiendo que la luz solar entre en la atmósfera y alcance la superficie que, a su vez, absorbe esta energía y la reemite como radiación infrarroja. Pero queda parcialmente atrapada por los gases de efecto invernadero, produciéndose el calentamiento del planeta. Por eso el principal motor del cambio climático es el efecto invernadero. Estos gases retienen el calor impidiendo que escape al espacio y cada vez hay más en nuestro planeta. Hay un desequilibrio de gases, lo que nos pone en una situación de peligro creciente.
También es importante la atmósfera porque nos protege de la dañina radiación ultravioleta (UV) del sol donde la capa de ozono, en particular, absorbe la mayor parte de esta radiación protegiendo a los organismos vivos de sus efectos dañinos. Por último, el viento y las corrientes oceánicas, impulsadas por las condiciones atmosféricas, también desempeñan un papel crucial en la distribución del calor por todo el planeta. Este movimiento, posibilitado por la atmósfera, permite moderar las temperaturas y evitar variaciones extremas: es un mecanismo muy importante para la distribución del calor.
¿Y cuál sería la temperatura promedio sin atmósfera?
Si elimináramos la atmósfera de la Tierra las cosas cambiarían bastante. Para empezar, la temperatura media real de la Tierra se reduciría, probablemente a -12 o -15 ºC, por lo que la mayor parte del planeta estaría por debajo del punto de congelación 0 ºC y, por tanto, habría más hielo que agua (aunque seguiría haciendo agua líquida en ciertos lugares).
¿Cómo transformaría nuestro entorno la ausencia de atmósfera?
En un escenario hipotético en el que la Tierra se quedase sin atmósfera, no habría efecto invernadero que atrapara el calor. Eso significaría que la luz del nuestra estrella seguiría llegando a la superficie de la Tierra tal y como sucede ahora, pero el calor se irradiaría rápidamente de vuelta al espacio sin ser retenido. Esta rápida pérdida de calor daría lugar a una temperatura media mucho más fría.
Habría, además, muchos cambios extremos al pasar del día a la noche. De día, no sería precisamente un lugar inhabitable, ya que existen en la Tierra muchos lugares muy fríos como la Antártida (donde se han registrado -90 ºC), Yukón en Canadá o Siberia en Rusia, donde pueden llegar hasta cerca de los -60 ºC, pero de noche, en un mundo sin atmósfera, cambiarían mucho las cosas. Las temperaturas caerían en picado y habría que refugiarse del exterior como si estuviéramos en Marte. Cualquier organismo vive se enfrentaría a un desafío diario por la supervivencia y la vida, tal y como la conocemos, sería cosa del pasado. La vida sería muy difícil, una reflexión que debería recordarnos la importancia de proteger la vida y mantener el delicado equilibrio necesario para un planeta habitable.
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