Hay muchas probabilidades de que exista vida en el universo. Esta misma semana, la sonda InSight de la NASA ha encontrado evidencia clara de un gigantesco depósito de agua líquida oculto en las profundidades de Marte que tiene muchas posibilidades de albergar vida microscópica. Hay otros rincones en el sistema solar, como Europa, una de las lunas de Júpiter, que también muestran signos de tener microorganismos vivos en sus océanos. Pero encontrar señales de vida inteligente fuera de nuestro planeta sería algo totalmente distinto, un descubrimiento revolucionario que transformaría por completo la humanidad. Sin embargo, una nueva investigación asegura que aunque existan formas de vida inteligente en el cosmos, son casi imposibles de detectar. Los investigadores han usado modelos probabilísticos que apuntan a que las posibilidades de descubrir una raza alienígena avanzada en el universo son extremadamente bajas.

Geraint Lewis, Catedrático de astrofísica del Instituto de Astronomía de la Universidad de Sídney, y David Kipping, profesor de astronomía en la Universidad de Columbia de Nueva York (EEUU), han calculado matemáticamente la cantidad de vida extraterrestre que puede haber en el universo y la probabilidad estadística de que seamos capaces de detectarla. Los resultados no niegan que exista, pero demuestran que el ritmo de nacimiento y extinción de las posibles civilizaciones alienígenas limita enormemente la posibilidad de encontrarlas.

«En los sistemas ecológicos, ya sea un jardín o una galaxia, las poblaciones evolucionan desde un valor inicial (por ejemplo, cero) hasta un estado de equilibrio estable, en el que el número medio de nacimientos y muertes por unidad de tiempo es igual», escriben los investigadores en un artículo publicado en el repositorio arXiv al que ha tenido acceso The Debrief. «Este punto de equilibrio es función de las tasas de natalidad y mortalidad, así como de la capacidad de carga del propio sistema ecológico. Dado que las tasas de natalidad y mortalidad son a priori ilimitadas, argumentamos que esto presenta un problema de ajuste fino».

Una nueva perspectiva

Los investigadores han desarrollado una nueva perspectiva de la ecuación de Drake, una fórmula que estima el número de civilizaciones inteligentes activas y con capacidad de comunicación en la Vía Láctea. Kipping y Lewis han simplificado sus numerosas variables en dos factores principales: el ritmo al que surgen las civilizaciones (tasa de natalidad) y el ritmo al que desaparecen (tasa de mortalidad).

El equipo cree que las tasas de mortalidad de estas civilizaciones es alta, lo que significa que tienden a desaparecer con relativa rapidez. Esto hace que nuestras posibilidades de detectar una durante su fase comunicativa sean extremadamente bajas. «La mayor parte de la historia de la Tierra carece incluso de vida multicelular, por no hablar de una civilización tecnológica», señalan.

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