Michael Shellenberger acaba de publicar un artículo afirmando que una de sus fuentes ha revelado que el programa secreto del Pentágono para investigar, recuperar y realizar ingeniería inversa de tecnologías de naves supuestamente de origen interestelar se llama ‘Constelación Inmaculada’. Shellenberger, un periodista de investigación independiente, afirma que su fuente apunta a que el gobierno estadounidense estaría gestionando estas actividades sin conocimiento, supervisión ni autorización del Congreso desde hace décadas.

No es la primera vez que se hace una acusación de este calibre. En 2023, David Grusch, exoficial de inteligencia y veterano de la Fuerza Aérea, presentó una denuncia formal ante el Inspector General de la Comunidad de Inteligencia, alegando un encubrimiento del Departamento de Defensa sobre la recuperación de tecnologías alienígenas. Grusch afirmó que el gobierno estadounidense ha recuperado vehículos «de origen exótico—atribuido a inteligencia no humana—basándose en sus morfologías únicas, análisis de materiales y firmas radiológicas distintivas». Más tarde, reiteró estas afirmaciones bajo juramento en un testimonio ante el Subcomité de Seguridad Nacional del Congreso.

El nuevo informante ha dado un paso más, revelando el nombre de un ‘Unacknowledged Special Access Program’ (Programa de Acceso Especial No Reconocido) del Pentágono denominado «Constelación Inmaculada». Este programa, según el testimonio, no solo investiga sino que también intenta replicar supuestas tecnologías de otras civilizaciones interestelares, manteniendo todo en el más absoluto secreto. «El Poder Ejecutivo ha estado gestionando cuestiones UAP/NHI sin conocimiento, supervisión ni autorización del Congreso durante algún tiempo, posiblemente décadas», declaró la fuente a Shellenberger.

El desafío del secretismo presidencial

Tim McMillan, cofundador del blog The Debrief, ha argumentado que el gobierno de Estados Unidos es capaz de mantener un programa de semejante escala en secreto, incluso fuera del alcance del Congreso. En su artículo sobre «Constelación Inmaculada», McMillan recuerda que el historial del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos muestra un patrón de secretismo en temas de seguridad nacional que hasta ahora han sido extremadamente efectivos, citando ejemplos como el uso del Privilegio de Secretos de Estado para evitar la divulgación de información sobre el área 51, donde se negó incluso la existencia de la base militar. «La autoridad presidencial para clasificar y desclasificar información amplifica el poder del presidente, permitiendo gestionar programas altamente clasificados con poca interferencia externa», dice McMillan.

McMillan también relata cómo, a mediados de la década de 1990, el presidente Bill Clinton firmó una orden ejecutiva que eximía al sitio operativo del lago Groom, más conocido como Área 51, de las leyes federales de divulgación medioambiental. Este acto permitió al gobierno ocultar actividades relacionadas con la manipulación de tecnología extranjera, protegiéndolas del escrutinio tanto público como legislativo. Para McMillan, «las estructuras burocráticas y los precedentes históricos demuestran que programas secretos como ‘Constelación Inmaculada’ podrían existir sin la supervisión del Congreso».

La perspectiva científica: evidencia y datos

Frente a este tipo de testimonios impactantes, el astrofísico de Harvard Avi Loeb se muestra escéptico. Loeb, conocido por su trabajo en el Proyecto Galileo y por su teoría sobre la potencial naturaleza tecnológica el objeto interestelar ‘Oumuamua y el objeto IM1 estrellado en el Pacífico, afirma que se necesitan pruebas científicas reproducibles antes de aceptar afirmaciones tan extraordinarias. Loeb recuerda que «no hay detalles científicos en estos informes» y que cualquier afirmación sobre naves alienígenas debe ir acompañada de evidencia verificable y empírica. «Los datos científicos de calidad son la clave para aclarar si los UAPs son extraterrestres», dice Loeb.

Loeb apunta a que esta es la razón por la que necesitamos investigar en varios frentes. Una, las expediciones en el marco del Proyecto Galileo, diseñadas para recopilar datos de calidad que ayuden a determinar el origen de los UAPs. «Hasta ahora, hemos identificado un millón de objetos en el cielo y estamos analizándolos», dijo. El objetivo no es especular, sino basarse en pruebas directas y reproducibles. La otra es el trabajo de campo, como la que encontró trozos de metal del objeto interestelar IM1 —verificados ya de forma independiente— o la nueva misión planificada para buscar piezas grandes del mismo objeto.

El contexto histórico: operaciones clandestinas del Pentágono

No es la primera vez que se denuncian actividades secretas del Pentágono relacionadas con la recuperación de tecnología de origen desconocido. Los informes de Grusch y otros oficiales—negados por el gobierno de los Estados Unidos— afirman que el Pentágono ha estado involucrado en la recuperación de vehículos de origen extranjero durante décadas. De nuevo, no hay pruebas de esto pero sí de otros programas secretpos de recuperación de aeronaves de potencias enemigas, principalmente la Unión Soviética. Sabemos que algunos de estos objetos han sido almacenados y estudiados en la legendaria Área 51. Estos esfuerzos incluyen operaciones de alto secreto como el Proyecto ‘Have Doughnut’, en el que un caza soviético MiG-21 fue llevado a Estados Unidos para ser sometido a pruebas. O el caso del submarino soviético K-129, recuperado por la CIA con el Hughes Glomar Explorer bajo el nombre de Proyecto Azorian, un testimonio del nivel de recursos y capacidades que el gobierno estadounidense ha dedicado a la adquisición de tecnología extranjera.

Sin embargo, la posibilidad de que vehículos de origen no humano también formen parte de este tipo de programas secretos lleva las especulaciones a un nuevo nivel. La denuncia de Grusch y la revelación de ‘Constelación Inmaculada’ no son más que un capítulo adicional en un reciente historial de informes no autorizados operaciones clandestinas para encontrar y controlar tecnología de otras civilizaciones. Hasta ahora sigue sin admitirse ni demostrarse ninguna de ellas.

La necesidad de transparencia y evidencia

Es evidente que necesitamos pruebas verificables empíricamente. «Como científico que se guía por pruebas, debo hacer una advertencia: no hay detalles científicos en este informe», dice Loeb. Cualquier revelación sobre inteligencias no humanas debe basarse en datos tangibles, no en rumores o testimonios sin corroborar. Esta postura crítica es esencial para separar hechos de ficción, especialmente cuando se trata de afirmaciones que podrían cambiar nuestra comprensión del universo.

Por el momento, ‘Constelación Inmaculada’ es un nombre que se suma a la larga lista de supuestos programas secretos del Pentágono. Las afirmaciones de Grusch y otros denunciantes aún deben superar el escrutinio científico riguroso. Sí, es más que posible que el Pentágono mantenga programas de recuperación de cualquier tipo de objeto detectado a su alcance y la pregunta sigue siendo si el gobierno estadounidense tiene algo que ocultar. Y sí, también es factible que se pueda haber encontrado algo ya, estadísticamente hablando. Pero hace falta evidencia que pueda demostrarlo científicamente, no más historietas para otra temporada de Expediente X.

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