Un déjà vu político. Esa es la sensación que embarga a un sector importante de la Democracia Cristiana (DC) luego de que la junta nacional del partido resolviera, por mayoría, respaldar la candidatura presidencial de Jeannette Jara, militante del Partido Comunista (PC).
El efecto inmediato no se hizo esperar: renuncias, malestar interno y una nueva crisis de identidad que muchos en la colectividad comparan con lo ocurrido en 2022, cuando el apoyo oficial al “Apruebo” en el plebiscito constitucional provocó una ola de dimisiones y un quiebre que marcó a fuego el presente del partido.
Un hito sin precedentes
Aunque la DC ha compartido gobierno y pactos con el PC —como en la Nueva Mayoría—, por primera vez en sus 68 años de historia la colectividad apoyará a una militante comunista para la presidencia de la República. Esto ocurre, además, justo cuando el partido celebra su aniversario fundacional.
La decisión —tomada con un 63% de respaldo en la junta nacional— no solo reabre antiguas tensiones ideológicas, sino que golpea directamente a los sectores más tradicionales de la colectividad, aquellos que se reconocen en el humanismo cristiano y que históricamente han marcado distancia con el marxismo.
Renuncias y molestia en las filas democratacristianas
Horas después del anuncio, varios militantes históricos hicieron pública su salida del partido. Uno de ellos fue el exconcejal de Providencia, Pablo Jaeger, quien escribió en X: “Con mucha tristeza, después de 45 años, he renunciado a la DC”. A él se sumaron la exconsejera regional Eva Jiménez y la concejala de Conchalí Patricia Molina, entre otros.
La fuga de militantes no es nueva, pero se ha acentuado en los últimos meses. Según datos del Servel, en junio —mes en que la DC apoyó sumarse a una primaria oficialista— se registraron 742 renuncias, casi el doble de las bajas entre enero y mayo de este año.
El alcalde de Coyhaique, Carlos Gatica, uno de los rostros más visibles de la DC en regiones, también manifestó su incomodidad:
“Es lejos el momento más difícil en mis 21 años de militancia. Hoy siento que mi partido renunció a sus ideales”, declaró. “Nos tratan de fachos, pinochetistas y de la derecha cuando nuestra postura no es mayoritaria”, añadió, visiblemente molesto.
Renuncia de Undurraga y división interna
El golpe más fuerte lo dio el ahora expresidente del partido, Alberto Undurraga, quien presentó su renuncia a la presidencia de la DC la misma noche del sábado, luego de que su postura —que proponía dar libertad de acción a la militancia— fuera rechazada.
“Las decisiones de la junta nacional son obligatorias para todos los militantes. Desde este momento no hablaré más de la materia”, señaló escuetamente en un punto de prensa. Al ser consultado si votará por Jara, respondió: “El voto es secreto”.
En la práctica, muchos como él optarán por el silencio y la inacción: no apoyarán activamente la campaña de Jeannette Jara, pese a la resolución oficial del partido. Otros, como el presidente regional metropolitano de la DC, Rodrigo Albornoz, exigen libertad de conciencia y advierten que sin esos gestos, el partido se irá desintegrando lentamente.
Tensiones ideológicas y exigencias a Jara
Varios militantes han condicionado su respaldo a la candidata comunista a que presente un programa de gobierno claro y con garantías para la DC.
El expresidente de la Cámara, Ricardo Cifuentes, lo expresó así:
“Sin un programa claro, nítido y explícito, es difícil para mí entregar un apoyo”, afirmó.
Otro histórico, Ricardo Hormazábal, fue aún más duro:
“La decisión es mala, porque va a ser derrotada. Pero yo me quedo para recoger los pedazos”, sentenció, descartando renunciar, aunque sin ocultar su decepción.
El futuro de la DC: ¿una crisis terminal?
Con Francisco Huenchumilla asumiendo como nuevo presidente interino, el partido enfrenta uno de sus momentos más críticos desde el fin de la Concertación. La fractura entre sus alas progresistas y conservadoras se profundiza, y el riesgo de una disolución lenta, silenciosa pero sostenida, aparece cada vez más probable.
Mientras tanto, Jeannette Jara deberá lidiar con el desafío de unificar una coalición compleja y ganar el respaldo pleno de un partido que, aunque formalmente la apoya, internamente sigue dividido y herido.
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