La identificación de las fallas que derivaron en la muerte de seis trabajadores contratistas en el proyecto Andesita, parte de la mina El Teniente de Codelco, se ha convertido en una prioridad urgente tras la confirmación de que los cinco mineros atrapados desde el jueves 31 de julio, a 900 metros de profundidad, fallecieron. Los restos del primero fueron encontrados el mismo día del derrumbe.
Un análisis riguroso de los factores técnicos y operativos que llevaron a esta tragedia es clave para retomar las faenas en la Región de O’Higgins sin exponer a nuevos riesgos. Así lo esperan desde el Gobierno.
El proyecto Andesita, con una inversión de US$ 513 millones y 25 kilómetros de túneles, debía estar operativo en el último trimestre de 2025, según informó Codelco. Esto ha generado dudas sobre si la presión por cumplir con los plazos afectó las condiciones de seguridad.
El caso está siendo investigado por la Fiscalía Regional de O’Higgins como un cuasidelito de homicidio. Paralelamente, el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) y la Dirección del Trabajo desarrollan sus propias indagaciones. Codelco, por su parte, anunció una auditoría internacional independiente.
A la exigencia de justicia por parte de las familias de los fallecidos, se suma un impacto económico considerable. La ministra de Minería, Aurora Williams, confirmó que El Teniente opera hoy al 10% de su capacidad y que no existe una fecha definida para la reanudación de las obras, lo que podría implicar pérdidas diarias del orden de US$ 9 millones.
“Este accidente, por su magnitud y consecuencias, nos obliga necesariamente a una reflexión en materia de seguridad. Acá fallamos”, reconoció Williams.
Los seis contratistas fallecidos —Paulo Marín, Moisés Pavez Armijo, Gonzalo Núñez Caroca, Alex Araya Acevedo, Jean Miranda Ibaceta y Carlos Arancibia Valenzuela— protagonizan la peor tragedia en Codelco desde 1990, cuando también murieron seis trabajadores en El Teniente.
Divergencia técnica sobre el origen del sismo
El Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile registró un sismo de magnitud 4,2 a las 17:34 del jueves 31 de julio, a 37 km al este de Rancagua y a 17 km de profundidad. El presidente del directorio de Codelco, Máximo Pacheco, atribuyó el fenómeno a la actividad de minería subterránea: “Estos movimientos sísmicos son una reacción de la roca a la perforación que hacemos”, afirmó en radio Cooperativa.
Sin embargo, el gerente general de El Teniente, Andrés Music, sostuvo que “no hubo explosivos ni perforaciones que hayan generado este evento” y abrió la posibilidad de que se tratara de un sismo de origen tectónico. Lo calificó como “el mayor en El Teniente en décadas” y señaló que su epicentro se ubicó “a 400 o 500 metros del sector Andesita”.
Elementos críticos en evaluación
El sábado 2 de agosto, Music detalló la estrategia técnica del rescate y expuso diversos elementos que podrían resultar clave para comprender las fallas del sistema:
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Polígono de control sísmico: Todos los polígonos se encontraban en estado “centro”, lo que refleja la respuesta espacial y temporal del sistema ante eventos sísmicos.
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Chimeneas de ventilación: De las tres chimeneas en un nivel superior, dos eran inaccesibles. Una, inspeccionada con dron, presentaba un colapso a unos 30 o 40 metros, lo que podría haber limitado el suministro de oxígeno.
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Galerías: El socavón central aún no estaba plenamente conectado. Del Loop 1, de 90 metros, restaban 70 por habilitar. Se deberá determinar si este bloqueo fue inevitable dadas las características del sismo.
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Refugios mineros: En ese nivel de la mina existen tres refugios diseñados para emergencias como incendios. El jefe de turno reportó haber visto a los mineros cerca de esos puntos menos de 20 minutos antes del evento. El estado estructural de los refugios tras el derrumbe será clave para evaluar si representaban una alternativa viable de supervivencia.