Harold Wallace, curador del Museo Nacional de Historia de Estados Unidos, exploró en un artículo para The Conversation un escenario tan curioso como inquietante: ¿qué ocurriría si todos los habitantes del planeta encendieran sus luces al mismo tiempo?

Aunque parece una idea sacada de una película de ciencia ficción, las consecuencias reales serían significativas, tanto para el sistema eléctrico global como para el medio ambiente y la salud humana.

Un aumento súbito de demanda energética

El primer efecto sería un aumento instantáneo en la demanda mundial de electricidad, lo que pondría al límite a los sistemas eléctricos de muchos países. Wallace explica que las centrales eléctricas tendrían que reaccionar con rapidez para mantener el equilibrio entre oferta y demanda y evitar apagones masivos.

Pero no todas las plantas reaccionan igual:

  • Las centrales a carbón y nucleares son más lentas en adaptarse a picos de demanda.

  • Las que funcionan con gas natural o los sistemas hidroeléctricos de bombeo son más eficientes y confiables en este tipo de situaciones.

  • Las fuentes renovables (solar y eólica), aunque limpias, son menos predecibles, ya que dependen del clima y no se pueden regular tan fácilmente.

En cuanto a las baterías de respaldo, Wallace señala que aún no tienen la capacidad suficiente para almacenar la energía necesaria que permita cubrir una demanda tan alta y repentina.

El cielo se apagaría

Más allá del estrés sobre las redes eléctricas, Wallace advierte que habría un impacto inmediato sobre el cielo nocturno: la contaminación lumínica aumentaría drásticamente, haciendo casi imposible observar las estrellas.

Esto sucede porque la luz artificial se dispersa en el aire, especialmente al reflejarse en la neblina y partículas de polvo, creando un resplandor difuso que oscurece el firmamento.

Además, este fenómeno tendría efectos negativos en la salud humana:

  • Alteración del ritmo circadiano, afectando el sueño y la vigilia.

  • Desorientación en especies animales, como insectos, aves migratorias y otros animales salvajes que dependen de la luz natural para orientarse.

¿Colapsaría la red eléctrica global? No necesariamente

Wallace aclara que hay factores que reducirían el riesgo de un colapso total:

  1. No existe una red eléctrica global:

    • Cada país tiene su propia red.

    • Algunas están interconectadas (como EE.UU. y Canadá), pero pueden desconectarse en caso de emergencia, limitando el impacto a zonas específicas.

  2. Uso masivo de bombillas LED:

    • En los últimos 20 años, la sustitución de bombillas tradicionales por tecnología LED ha reducido notablemente el consumo de energía por unidad de luz emitida.

    • Así, aunque se encendieran todas las luces al mismo tiempo, el consumo sería moderado, pero el efecto visual sería inmenso.

🗨️ «Si todos encendieran las luces a la vez, veríamos un ligero aumento en el consumo de energía, pero mucho más brillo en el cielo y ninguna estrella en el cielo nocturno», concluye Wallace.

Reflexión final: una acción global, consecuencias invisibles pero reales

Aunque este escenario es hipotético, permite visualizar cómo nuestras acciones individuales tienen un impacto colectivo en el entorno. El simple gesto de encender una luz, multiplicado por miles de millones, puede alterar el equilibrio energético y ecológico del planeta, aunque solo sea por unos minutos.

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