En los últimos años, diversas teorías y testimonios de exfuncionarios han alimentado la creencia de que la tecnología actual —como microchips, fibras ópticas o avances en materiales— podría derivar de ingeniería extraterrestre oculta por gobiernos o corporaciones. Sin embargo, la evidencia científica disponible no respalda estas afirmaciones, y los desarrollos clave de la tecnología moderna están ampliamente documentados en patentes, publicaciones académicas y laboratorios terrestres.
El origen de la teoría
Las especulaciones sobre tecnología de origen alienígena surgieron en la segunda mitad del siglo XX, particularmente después del incidente de Roswell (1947) y otros reportes de ovnis. Según los defensores de esta hipótesis, el supuesto hallazgo de naves no humanas habría permitido a ingenieros estadounidenses replicar o adaptar avances en circuitos integrados, láseres y fibras ópticas.
Estas teorías han sido alimentadas por testimonios como los del exmilitar Philip J. Corso, quien en los años 90 afirmó que tecnologías modernas provenían de material recuperado en accidentes extraterrestres. Sin embargo, ninguna de estas declaraciones ha sido respaldada con pruebas materiales verificables por la comunidad científica.
Lo que dice la ciencia y la documentación histórica
Los avances tecnológicos más importantes de las últimas décadas están bien documentados:
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Los microchips derivan de investigaciones en semiconductores realizadas en los años 40 y 50 por físicos como William Shockley y John Bardeen.
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El láser fue propuesto teóricamente en 1958 por Charles Townes y Arthur Schawlow, y construido en 1960 por Theodore Maiman.
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La fibra óptica se desarrolló en los años 60 y 70, con patentes y publicaciones visibles.
Todos estos avances tienen una cadena de desarrollo terrestre, con patentes, artículos científicos y nombres de inventores identificables. Ninguno proviene de material exótico desconocido o no humano.
La posición oficial y la evidencia actual
Informes recientes del Pentágono, la NASA y agencias europeas sobre fenómenos aéreos no identificados (UAP) reconocen que hay avistamientos sin explicación clara, pero enfatizan que no existe evidencia física de naves o materiales extraterrestres utilizados en la tecnología actual.
El informe independiente de la NASA de 2023 lo reiteró: “No hay pruebas verificables de que los fenómenos estudiados tengan un origen extraterrestre”.
Incluso los testimonios de denunciantes, como los del exfuncionario del Pentágono David Grusch, se basan en afirmaciones sin documentación pública ni análisis independiente.
Por qué estas teorías persisten
Los expertos en sociología y comunicación explican que la rápida evolución tecnológica de las últimas décadas —computadoras, internet, teléfonos inteligentes— genera asombro, lo que lleva a algunos sectores a atribuirlo a fuentes externas. Sin embargo, la innovación suele ser incremental, con raíces en investigación científica, inversión pública y avances industriales.
Conclusión: sin pruebas físicas, solo teorías
Hasta la fecha, no hay evidencia científica verificable que demuestre que la tecnología actual proviene de ingeniería extraterrestre. Todos los componentes clave de la vida moderna tienen una historia trazable en laboratorios humanos.
Mientras tanto, las agencias espaciales y los científicos siguen investigando fenómenos aéreos y exoplanetas, pero los avances tecnológicos siguen siendo, al menos en los documentos, 100 % humanos.
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