Coquimbo Unido atraviesa un momento que trasciende lo meramente futbolístico. La campaña dirigida por Esteban González no solo devolvió al puerto la euforia deportiva, sino que consolidó una estructura que parece haber alcanzado su madurez institucional. El cuadro aurinegro no solo fue eficaz en la cancha, sino también mentalmente resistente frente al peso de la expectativa local: un equipo que aprendió a ganar sin renunciar a su esencia.
En lo futbolístico, el andamiaje fue sólido y funcional. Figuras como Diego Sánchez, Juan Cornejo, Matías Palavecino y Cecilio Waterman se convirtieron en los pilares de una escuadra que combinó experiencia, equilibrio táctico y una identidad ofensiva sostenida. La cohesión del grupo, más que el brillo individual, explica por qué el “pirata” se volvió un rival prácticamente invulnerable durante el torneo.
Estructura interna: la otra fortaleza del club
Fuera del césped, la solidez también se refleja en la gestión institucional. En el puerto, los dirigentes se han esforzado por despejar las dudas sobre la participación del agente Sergio Morales en el club, afirmando que su vínculo terminó hace dos años. “Incluso ya no tiene tantos jugadores. Debemos mantener buena relación con él, porque hay representantes que no nos dejan tener jugadores suyos”, explicó un dirigente a La Tercera.
El único vestigio de esa etapa, reconocen, es su hijo Pablo Morales, hoy gerente general, y Pablo Ramírez, a cargo de otra gerencia clave. Ambos, aseguran en la interna, están en sus cargos por mérito profesional y no por imposiciones externas. “Cuando asumimos, Coquimbo se estaba yendo a Segunda División. Pablo está porque tiene los méritos. Es un tremendo gerente general. Hace su pega. Lo mismo Pablo Ramírez”, recalca la fuente, evidenciando un proceso de profesionalización en marcha.
El poder de la mesa y el equilibrio dirigencial
La memoria institucional más reciente, encabezada por el presidente Jorge Contador, confirma que en el directorio de Coquimbo Unido conviven tres bloques de poder. El control de la Sociedad Anónima Deportiva Profesional lo ejerce Coquimbanos por Siempre S.p.A., con un 35,22% de propiedad directa y control indirecto a través de la Corporación Club de Deportes Coquimbo Unido (28,55%) y Comercial V y G S.A. (3,89%). En conjunto, esta alianza determina siete de los once directores del club.
El bloque histórico lo encabezan Contador y Patricio Araya Campaña; la corporación designa a Rodrigo Helo, Cristian Miranda y Silvia Ramírez; mientras que Comercial VyG S.A. elige a Sebastián Guiadach y Carlos Munizaga. Esta convivencia de intereses ha logrado, hasta ahora, mantener estabilidad en un contexto donde muchas instituciones deportivas suelen sucumbir ante disputas internas.
Gestión moderna y orgullo local
El desarrollo de Coquimbo Unido también se sostiene en una gestión económica responsable. “Tenemos superávit, estamos ordenados. Mientras yo sea presidente, lo que se genere en utilidad irá a inversión en el área formativa. Gestionamos proyectos, trabajamos con 800 niños. Será para ampliar el complejo y construir más canchas”, ha repetido Jorge Contador, marcando un modelo de reinversión que prioriza la base antes que la ostentación.
Ese enfoque ha permitido materializar avances visibles, como el gimnasio del complejo Las Rosas, equipado con maquinaria de los mismos proveedores del Manchester City y otros clubes de élite mundial. Los detalles —como el uso de tonalidades institucionales y la insignia bordada del club— son símbolos de identidad, pero también de orgullo y pertenencia, valores que fortalecen la cultura deportiva coquimbana.
Formación y legado: el futuro pirata
Las inversiones más recientes apuntan al fútbol formativo, con 207,8 metros cuadrados adicionales de infraestructura destinados a las divisiones menores. Allí se concentra la apuesta a largo plazo del club: consolidar una cantera que garantice continuidad deportiva y sustentabilidad financiera.
En el fondo, la historia reciente de Coquimbo Unido refleja el éxito de un modelo mixto: una combinación entre gestión moderna, identidad regional y compromiso social. El equipo que reescribió su historia no solo lo hizo en la cancha, sino también en su forma de concebir el fútbol: como un proyecto colectivo, estable y orgullosamente coquimbano.
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