El contundente triunfo de José Antonio Kast en la segunda vuelta presidencial ha generado reacciones inmediatas y unánimes en el liderazgo empresarial chileno, que no solo celebra el resultado, sino que articula de manera cohesionada una hoja de ruta de prioridades para la próxima administración. Lejos de ser meras felicitaciones, las declaraciones de gremios como la CNTC, Fedetur, Sofofa, Icare y la SNA, entre otros, delinean un mandato económico y social claro que esperan ver ejecutado desde el 11 de marzo de 2026, basado en tres pilares innegociables: seguridad, reactivación económica con estabilidad regulatoria, y la reconstrucción de un tejido institucional que permita gobernar.

El eje transversal y de máxima urgencia es, indiscutiblemente, la seguridad. La Confederación Nacional de Transporte y Cargas (CNTC) lo expone de forma cruda: la crisis de seguridad no es solo un problema social, sino un lastre económico directo que encarece costos operativos y pone en riesgo vidas. Este diagnóstico es compartido por el retail financiero, el turismo (Fedetur) y la agricultura (SNA), sectores donde la victimización impacta en la logística, el consumo y la operatividad en zonas rurales. El mundo empresarial interpreta la victoria de Kast como un mandato ciudadano para restaurar el orden público, condición que ellos consideran sine qua non para cualquier progreso económico.

El segundo pilar es la recuperación del crecimiento y la confianza inversora. Los gremios coinciden en que se requiere una agenda clara y estable que priorice la inversión y el empleo formal. La Sofofa y la SNA hablan directamente de «certezas» y un «marco regulatorio estable», un claro llamado a despejar la incertidumbre que, a su juicio, ha caracterizado los últimos años. Sectores estratégicos como la acuicultura (SalmonChile, Consejo del Salmón) y el turismo piden políticas que potencien las economías regionales y aprovechen ventajas competitivas globales. El mensaje es que el crecimiento no llegará por inercia, sino mediante reformas bien diseñadas y un Estado que habilite, no que obstruya, la iniciativa privada.

Sin embargo, junto a estas demandas tradicionales de la derecha económica, emerge un tercer pilar más novedoso y condicionante: el llamado al diálogo y la construcción de acuerdos. Figuras como Holger Paulmann (Icare) y Anne Traub (AEF) enfatizan que el desafío es «enorme» y requiere de todas las capacidades del país. La Asociación de Empresas Familiares señala explícitamente la necesidad de «abrir y fortalecer espacios de diálogo que incluyan a todos» para construir acuerdos duraderos. Esto no es un mero gesto retórico; es un reconocimiento pragmático de la fragmentación del Congreso y de la profundidad de las divisiones sociales. El empresariado advierte que un gobierno que, pese a su amplio mandato popular, carece de mayoría legislativa automática, debe priorizar la cohesión social y la gobernabilidad para que las reformas económicas sean viables y perdurables.

Un caso aparte y crítico es el levantado por el gremio de la salud (APIS), que traslada la noción de «emergencia» del ámbito de la seguridad pública al sistema sanitario, alertando sobre un retroceso severo en indicadores de gestión, listas de espera y financiamiento. Esta advertencia sitúa una prioridad social urgente dentro del tablero, recordando que la eficiencia económica también debe medirse en la capacidad de responder a las necesidades básicas de la población.

En síntesis, el mundo empresarial no solo recibe a Kast, sino que le presenta la factura de sus expectativas. Celebra un resultado que interpreta como un viro hacia la estabilidad y el orden, pero a la vez establece sus condiciones: la seguridad como fundamento, el crecimiento como objetivo y el diálogo inclusivo como método indispensable para lograr ambos en un escenario político complejo. La presión no será menor; desde el primer día, la administración de Kast será evaluada por su capacidad de operativizar su promesa de «gobierno de emergencia» en respuestas concretas que satisfagan estas demandas gremiales, las cuales, en gran medida, resumen las preocupaciones de un amplio sector del electorado que lo llevó a La Moneda.

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