Tiempo atrás, Tareck El Aissami era reconocido como uno de los hombres más fuertes del régimen de Nicolás Maduro, un funcionario «radicalmente chavista» que incluso sonó como posible reemplazo del Presidente venezolano; pero un caso de corrupción lo sepultó hace casi un año y lo borró del mapa político. Sin embargo, el secuestro y posterior asesinato en Chile del ex teniente Ronald Ojeda reflotó inesperadamente el nombre de quien también fuera vicepresidente y ministro del Petróleo.

Según reporta El Mercurio, Walter Rodríguez Pérez, sindicado como el líder del grupo al que se le atribuye el crimen de Ojeda, trabajó en 2015 en el despacho de El Aissami, cuando se desempeñaba como gobernador del estado de Aragua.

De acuerdo con la publicación, y en base a los datos disponibles en la web del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, el sospechoso trabajó durante siete semanas con el entonces líder regional, antes de convertirse en vicepresidente.

En ese cargo, Tareck El Aissami se convirtió en uno de los hombres más influyentes y poderosos del chavismo. Según la información de la época, fue vital para frustrar la supuesta renuncia de Maduro en 2019 y un año después fue designado ministro del Petróleo con la misión de «resucitar» la industria local.

Pero un escándalo de corrupción en la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) vino a sepultar la carrera política de este abogado de origen sirio-libanés. Hoy, casi un año después de su renuncia al Gobierno, no se sabe nada de él, al punto de que movimientos opositores y activistas han exigido que se aclare el tema.

Firme con el chavismo

La carrera política de El Aissami fue meteórica. Comenzó durante su etapa como estudiante de Derecho, siempre ligado a la izquierda, influenciado por su padre, Zaidan Amin El Aissami, patriarca de una familia sirio-libanesa que llegó a Venezuela. Luego, con la radicalización del Gobierno de Hugo Chávez, el joven Tareck abrazó las ideas del Mandatario.

Así, ingresó al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), desde donde resultó electo diputado en 2005. Dos años después, fue designado viceministro de Seguridad Ciudadana. Destacado por sus fuertes declaraciones, El Aissami siempre fue seguido por Chávez, quien en septiembre de 2008 lo nombró ministro para Relaciones Interiores y Justicia.

Se desempeñó hasta 2012 en ese cargo, destacándose con obras como la fundación de la Policía Nacional Bolivariana en 2009, así como la creación del Consejo General de Policía y la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad.

Durante esa época siguió acumulando poder en el PSUV hasta ser electo gobernador del estado de Aragua en 2012, siendo cuestionado por la alta tasa de criminalidad en la zona. No obstante, durante su mandato consolidó un contacto con la ciudadanía, llegando incluso a convertirse en refuerzo del Aragua FC, el club de fútbol local, ocupando el dorsal 78, aunque nunca jugó.

Asimismo, tras la muerte de Chávez prometió seguir apoyando a su sucesor, Nicolás Maduro. «Es usted un digno hijo de Chávez. Nunca jamás, por más dificultades que se presentaron, dejó de lado las banderas del socialismo bolivariano», le dijo en su momento.

La vicepresidencia y los problemas con EE.UU.

En enero de 2017, El Aissami consolidó su ascendente carrera al convertirse en vicepresidente de Venezuela y, por ende, en un claro sucesor de Nicolás Maduro. En ese cargo, era visto como la mano de hierro del gobierno chavista, imagen contrastante con sus impecables trajes y su cuidado peinado, así como con su pausado tono de voz.

Tanto en su cargo de ministro como en la vicepresidencia, este abogado chavista se caracterizó por sus múltiples enfrentamientos con la oposición venezolana, convirtiéndose en uno de los personajes más odiados del chavismo.

Incluso, dirigentes opositores como el diputado Luis Florido lo llegaron a definir como «el rostro de la represión», al asegurar que las violaciones de derechos humanos aumentaron durante su gestión ministerial.

Tras convertirse en vicepresidente de Maduro, la administración de Donald Trump lo incluyó en su lista negra al acusarlo de narcotráfico y congelar los bienes que pueda tener en Estados Unidos y prohibió negocios con él.

Se le acusa de estar detrás de cargamentos de droga enviados desde Venezuela a México y Estados Unidos mientras era ministro de Interior y gobernador de Aragua. Es por esto que Washington ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por él.

El Aissami, con su moral «intacta», tachó la acción de «miserable agresión».

Tras separarse de la vicepresidencia en junio de 2018, se enfocó en el área económica. No obstante, su poder se hizo sentir en 2019, cuando junto a Diosdado Cabello influyeron para impedir la caída de Maduro, quien habría tenido un avión listo para despegar ante un supuesto motín encabezado por figuras del oficialismo.

El «zar» del petróleo en el olvido

En abril de 2020, Maduro reafirmó su confianza en El Aissami al designarlo como ministro del Petróleo, con la misión de resucitar la industria de crudo de de Venezuela en plena cuarentena por el covid-19.

Ya en febrero de ese año, el ex vicepresidente había sido acercado en febrero por Maduro al sector petrolero al ponerlo a la cabeza de una comisión para «reestructurar» Petróleos de Venezuela (PDVSA), la empresa estatal. Desde entonces, fueron encarcelados varios directivos acusados de corrupción e incluso de entregar «información confidencial» a Washington.

Pero todo cambió el 20 de marzo de 2023. Ese día, Nicolás Maduro aceptó la renuncia de Tareck El Aissami tras destaparse un escándalo de corrupción en PDVSA, relacionado con el desvío de los ingresos de la compañía estatal. De acuerdo con la investigación, se calcula una pérdida de más de 21.000 millones de dólares, desatando una crisis de grandes proporciones.

«En virtud de las investigaciones que se han iniciado sobre graves hechos de corrupción en Petróleos de Venezuela, he tomado la decisión de presentar mi renuncia como ministro de Petróleo, con el propósito de apoyar, acompañar y respaldar totalmente este proceso», dijo el funcionario.

Al menos cuarenta personas, entre civiles, funcionarios públicos y militares, fueron detenidos e investigados por su vinculación en este escándalo. De El Aissami, sin embargo, nunca más se supo algo.

Según reportó hace unas semanas el diario español El País, el ex vicepresidente se encontraría en estado de semi confinamiento residencial -una suerte de arresto domiciliario- y ha perdido más de 10 kilos.

Esta incertidumbre sobre el paradero de El Aissami ha despertado la inquietud de grupos opositores y activistas, que reclaman más claridad sobre su paradero. Las autoridades del régimen de Maduro, por su parte, han evitado nombrarlo.

/psg