A dos meses de que el país se pronuncie en las urnas sobre el texto constitucional redactado en este segundo proceso constituyente, los ánimos empiezan a polarizarse en torno a las opciones A Favor y En Contra. Igual como ocurrió en el plebiscito de septiembre de 2022, la multiplicidad de razones y argumentos que se presentarán en la campaña harán que la votación, que también será obligatoria, no se ordene fácilmente en el eje izquierda-derecha. Por eso, aunque las encuestas hoy muestren una clara ventaja del voto En Contra, el resultado dependerá en buena medida de la capacidad de cada bando para convencer a los indecisos y a esa amplia mayoría que quiere cerrar de buena forma este proceso constituyente.

Las temporadas electorales siempre polarizan a los electores. Inevitablemente, los bandos en competencia buscan destacar sus fortalezas y subrayar las debilidades de sus rivales. Si bien las elecciones a dos bandas siempre las deciden los votantes más moderados, los bandos en competencia tienen que tomar algunas posiciones más radicales para entusiasmar a sus bases a participar.

Pero el contexto también importa. Este segundo proceso constituyente está marcado por la fatiga constitucional que experimenta la gente, por la molestia de la población con sus élites políticas que son incapaces de forjar acuerdos, por el rechazo al gobierno del Presidente Boric que no ha podido con la delincuencia y que lleva al país por el sendero equivocado y, finalmente, por las estrategias de los partidos que ya están pensando en las elecciones municipales y de gobernadores de 2024 y las elecciones presidenciales y legislativas de 2025.

Por eso, en la votación de diciembre, el contenido del texto de la Constitución será sólo uno de los elementos sobre los que mucha gente decida su voto. Aquellos que quieren castigar al gobierno pudieran querer votar de forma opuesta a lo que apoye el gobierno de Boric. A su vez, aquellos que quieren evitar que José Antonio Kast se consolide como el favorito para la campaña presidencial de 2025 querrán propinarle una derrota al líder del Partido Republicano este diciembre. Los que quieren rechazar todo lo que significó el estallido social de 2019 y la violencia que trajo asociada y los que quieren acabar de una buena vez con la incertidumbre asociada al proceso constituyente dudan entre aprobar esta propuesta de texto o rechazarla.

Hay mucho en juego en esta campaña. Si la contienda se polariza entre la posición defendida por el Partido Comunista y aquella defendida por el Partido Republicano, los votantes moderados tendrán la incómoda tarea de apoyar a uno de los extremos del espectro político. En la segunda vuelta de 2021, la polarización en segunda vuelta se resolvió cuando Boric pudo atraer más exitosamente a los votantes moderados.

Aunque siempre es mejor ganar las elecciones que perderlas, aquellos que quieren ponerle candado al proceso constituyente para cerrarlo de una buena vez probablemente terminarán decepcionados. Para atraer el voto de aquellos que quieren una nueva Constitución, pero no les gusta como está quedando el texto actual, los bandos del A Favor y del En Contra prometerán reformas y ajustes al texto actual o a aquel que será finalizado en un par de semanas.

Como el proceso constituyente ya sentó un precedente, los aspirantes a candidatos presidenciales también harán promesas sobre cómo se puede mejorar la Constitución y qué cambios introducirán ellos en caso de llegar a La Moneda.

En los dos meses que faltan, volveremos a escuchar a los campos A Favor y en Contra afirmar que votan a favor para poder mejorar el texto después o que votan en contra precisamente porque resulta más fácil modificar la Constitución actual ahora que los quórums son más bajos. Es difícil imaginar un escenario en que el voto de diciembre cierra por un tiempo largo la incertidumbre constitucional que hemos vivido desde noviembre de 2019.

Eso debiera contribuir a reducir la polarización en torno a la votación de diciembre. Después de todo, pase lo que pase, la Constitución chilena seguirá siendo modificada en los próximos meses. Pero como la elección de diciembre es la primera oportunidad para que se mida en la cancha la fortaleza de los distintos candidatos presidenciales, la campaña inducirá a que las élites se polaricen y a que el electorado considere elementos más allá del texto constitucional en su voto. La gente que no quiere ver a Kast en La Moneda, votará para evitar que se consolide como el candidato de derecha más que porque esté de acuerdo o en desacuerdo con el nuevo texto. Aquellos que rechazan al PC y quieren debilitar a la izquierda más dura, votarán pensando tanto en eso como en su grado de acuerdo con el texto de la nueva Constitución.

Por eso, más que una fiesta de la democracia, el plebiscito de diciembre será una incómoda ocasión en la que los electores buscarán la forma menos mala de enviar su mensaje de descontento con la élite y de insatisfacción con el rumbo que lleva Chile hoy.

Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero

/psg