El retorno del ex Presidente Sebastián Piñera al ruedo político pudiera convertirse en el mejor regalo que pudiera recibir el Presidente Gabriel Boric. Golpeado por la fuerza de los hechos y por los errores no forzados de su gobierno, el alicaído Boric necesita con desesperación que los chilenos puedan compararlo con alguien que tenga todavía menor aprobación. Es difícil imaginar a un político que genere mayor rechazo que el ex Presidente Piñera entre el electorado moderado que piensa que el país avanza por la dirección equivocada.

Cuesta pensar en una figura que genere tanta antipatía como el ex Presidente Piñera. Si bien fue electo dos veces a la primera magistratura, su segunda victoria en 2017 se debió fundamentalmente a que la alternativa, el entonces senador Alejandro Guillier, estaba claramente menos preparado para el cargo. No por nada Guillier pronto desapareció del quehacer político nacional. Pero Piñera no era el candidato favorito de una mayoría.

En la primera vuelta de noviembre de 2017, Piñera sólo recibió el apoyo de un 36,6% de los votantes. Una vez en La Moneda, se esmeró en decepcionar a moderados y extremistas de derecha con su obstinación por avanzar primero una agenda de reformas políticas que nunca tuvo suficiente apoyo en el Congreso y por impulsar, después del estallido social, un proceso constituyente en vez de presentar su renuncia.

Después de haber hecho campaña explícitamente contra una nueva Constitución, Piñera abandonó lo que aparentemente había sido su convicción y apoyó un proceso constituyente mal diseñado y pésimamente ejecutado. El país todavía está pagando el alto costo de haber puesto en riesgo la fortaleza institucional que alguna vez nos había convertido en el país con instituciones más sólidas y confiables en la región.

Habiendo batido el récord de desaprobación presidencial en los 33 años del periodo democrático actual, Piñera terminó de enterrar su imagen durante la pandemia del Covid-19. Si bien el Presidente acertadamente apostó por conseguir vacunas lo más pronto posible, las decisiones de su Gobierno respecto a cómo ir en ayuda de los más necesitados cuando el Gobierno ordenó las estrictas medidas de cuarentena fueron duramente criticadas. Su todavía más cuestionable decisión de impulsar el primer retiro de fondos de pensiones a mediados de 2020 dejó en claro que, a la hora de defender principios, Piñera siempre ponía por delante su conveniencia personal y lo que dijeran las encuestas.

Durante su mandato, Piñera llevó a su sector a inapelables derrotas electorales. En mayo de 2021, los chilenos castigaron a la derecha en las urnas -y en la composición de la convención constitucional- porque en realidad querían expresar su descontento con el Presidente Piñera.

La victoria de Gabriel Boric en la segunda vuelta de diciembre de 2021 se explica en buena medida porque buena parte de la derecha abandonó al oficialismo y votó por José Antonio Kast en primera vuelta. Kast había sido un duro crítico de la gestión de Piñera. En segunda vuelta, una mayoría de los chilenos moderados prefirió apostar por Boric que apoyar al candidato de la extrema derecha.

Así como Boric debe agradecer su victoria de 2021 a la impopularidad de Piñera, el actual Presidente de la República probablemente ve con buenos ojos el retorno de Piñera al ruedo político. La entrevista que concedió Piñera el domingo al canal 13 y su decisión de involucrarse en la política cotidiana y en la campaña para el Consejo Constitucional son un regalo del cielo para Boric.

En el uno a uno entre Piñera y Boric, el inexperto egresado de derecho y ex diputado de izquierda radical sale relativamente bien parado. La gente de a pie puede creer que Boric no da el ancho para el cargo o que ha tomado muchas decisiones equivocadas, pero esa misma gente desconfía de las intenciones de Piñera y lo culpa -con cierta injusticia- de todas las cosas malas que pasaron en Chile en años recientes.

Forzados a escoger entre Boric y Piñera, los chilenos no alineados en el eje izquierda-derecha probablemente le darán el beneficio de la duda a Boric más que a Piñera.

Por eso, si la campaña para la elección del Consejo Constitucional del 7 de mayo se convierte en un concurso de popularidad entre el Presidente Boric y el ex Presidente Piñera, hay buenas razones para pensar que Boric saldrá mejor parado que si la contienda es sólo una evaluación del rumbo que ha tomado el país bajo el Gobierno actual.

Uno de los grandes males de la política latinoamericana es que los ex Presidentes nunca parecen entender que hay un momento para irse a los cuarteles de invierno. Después de haber sido un actor político relevante en la política nacional por 32 años, el ex Presidente Sebastián Piñera parece haber caído víctima del mismo síndrome del político que no se quiere retirar. A sus 73 años, Piñera ya entregó al país todo lo que pudo dar. Su legado tiene momentos brillantes y otros oscuros. La historia emitirá el juicio definitivo.

Pero, por lo pronto, parece poco recomendable que Piñera se convierta en el salvavidas que desesperadamente necesita ahora Boric para evitar una nueva derrota electoral el 7 de mayo de 2023.

Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero

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