El calor registrado durante octubre y noviembre en la zona central de Chile ha encendido las alertas entre especialistas. Las altas temperaturas de las últimas semanas evidencian una tendencia que apunta a un verano adelantado y aún más caluroso que en años anteriores, mientras surge la duda de si esta es la primavera más cálida del último tiempo.

De acuerdo con Paula Santibáñez, directora del Observatorio Climático de la Universidad San Sebastián, esta primavera ha sido “particularmente cálida”, con varios días superando los 30 °C, en episodios que se sienten más propios del verano que de meses primaverales. Sin embargo, al comparar los últimos 30 días, los datos muestran que el año pasado se registraron máximas y mínimas más altas que las observadas actualmente.

Según cifras de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) en su estación de Quinta Normal, durante el último mes se han contabilizado ocho días con máximas sobre 30 °C, cifra que iguala a la del mismo período del año pasado, pero que no supera los 13 días de 2022 ni los 16 de 2021. Aun así, este comportamiento forma parte de una tendencia que está reduciendo la sensación de primavera y dando paso a temperaturas típicas del verano.

Este año se ubica entre las primaveras más calurosas de los últimos cinco años, pero el ‘techo’ continúa siendo 2024”, señala Santibáñez. Ese año —el más caluroso registrado a nivel mundial— presentó condiciones extremas tanto en máximas diurnas como en mínimas nocturnas. En tanto, el investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), Martin Jacques, agrega que octubre de 2025 registró la temperatura máxima promedio más alta del último quinquenio, alcanzando cerca de 25,7 °C en la Región Metropolitana.

Un clima que se transforma

Para Santibáñez, este escenario responde a una combinación entre condiciones atmosféricas puntuales y un clima de base más cálido producto del cambio climático. Durante estos días han predominado sistemas de alta presión y dorsales en altura, que favorecen cielos despejados y el descenso de aire seco que se calienta por compresión.

A eso se suma el déficit hídrico y la presencia de suelos más secos, capaces de calentarse con mayor rapidez y favorecer que las temperaturas máximas se eleven con facilidad. “Todo esto ocurre sobre una línea base que ya no es la misma de hace 30 o 40 años”, puntualiza.

Este aumento gradual de la temperatura media provoca que hoy, bajo un mismo patrón atmosférico, se alcancen en primavera valores que antes eran poco frecuentes incluso en pleno verano. “No es que noviembre se haya convertido en enero, pero sí es cierto que el noviembre actual se parece más a los veranos de otras décadas en términos de extremos”, explica la experta.

¿Desaparecen las estaciones intermedias?

Para Jacques, la percepción ciudadana de que las estaciones intermedias se están “perdiendo” tiene fundamento, especialmente en el valle central. “Los veranos son más intensos y la primavera tiende a ser más cálida”, sostiene.

La tendencia apunta a que, mientras avance el calentamiento global, aumentarán los días sobre 30 °C fuera del verano tradicional, las olas de calor en primavera y las transiciones bruscas entre días frescos y muy calurosos.

Desde la percepción cotidiana, esto se traduce en primaveras y otoños cada vez más cortos, irregulares y marcados por episodios de calor extremo, aunque técnicamente estas estaciones siguen existiendo.

Arbolado urbano: una medida pendiente

Entre las posibles medidas de mitigación, el arbolado urbano se posiciona como una herramienta clave para reducir la sensación térmica en días calurosos. No obstante, un estudio que analizó más de 50 ciudades concluyó que ninguna alcanza el estándar de la ONU de 9 m² de árboles por habitante.

La académica Cynnamon Dobbs, autora del estudio, destaca que en Santiago la vegetación está distribuida de manera históricamente desigual, lo que afecta directamente la experiencia térmica de la población. Esto cobra relevancia considerando que la zona central seguirá enfrentando máximas cercanas o superiores a los 30 °C en los próximos meses.

Un verano que se adelanta

Los pronósticos estacionales apuntan a temperaturas máximas sobre lo normal durante el período que abarca el final de la primavera y el inicio del verano. En la práctica, esto significa un verano prematuro, con alta probabilidad de nuevos episodios de calor extremo.

Aunque no se puede asegurar que las altas temperaturas se presenten todos los días, los especialistas coinciden en que los días sobre 30 °C y las olas de calor serán cada vez más frecuentes, en comparación con el clima que conocíamos hace solo algunas décadas.

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